Un informe de la Universidad de San Martín advierte que la percepción de “empleabilidad” se viene deteriorando de manera sostenida desde 2017.
La percepción de “empleabilidad” viene deteriorándose de manera sostenida desde septiembre de 2017 cuando comenzó a medirse. En cada una de las cinco mediciones realizadas desde entonces el indicador evidenció un empeoramiento. Entre septiembre de 2017 y mayo de 2019, la proporción de la opinión pública que considera que tiene menos posibilidades de encontrar trabajo que un año atrás se incrementó 27 puntos porcentuales.
En tanto el 71% de quienes participaron del sondeo aseguraron tener amigos o familiares cercanos que perdieron el empleo en los último tres meses.
Este indicador, conocido como el “fantasma del desempleo”, alcanzó en mayo pasado el nivel más alto de toda la serie.
En tando sigue en alza el miedo a perder el empleo. De acuerdo con el estudio del CETyD el 58% de los ocupados teme perder su trabajo. Se trata del valor más alto de la serie iniciada a fines de 2016.
Desde septiembre de 2017, la proporción de personas que tienen temor a perder su empleo se subió 18 puntos porcentuales. Esta proporción crece aún más cuando se habla de los trabajadores menos calificados. El 71% de quienes poseen el nivel secundario incompleto declaró estar muy o bastante preocupado por perder su empleo.
A este esencario se suma que el 75% de los ocupados admitió haber sufrido una fuerte reducción en el poder adquisitivo de sus salarios, al tiempo que una proporción similar espera que el deterioro de sus ingresos se mantenga a lo largo de este año.
Frente a este escenario creció la legitimidad social de las protestas y se espera una mayor conflictividad en las calles en los próximos meses.
En este sentido el 71% de las personas está convencida que los conflictos irán en alza en los próximos 3 meses al tiempo que el 60% de los encuestados aseguró que las distintas expresiones de conflictividad obdecen a reclamos legítimos por necesidades y derechos insatisfechos. Apenas el 27% atribuye el aumento de la conflictividad a cuestiones políticas no relacionadas con necesidades reales.