PROF. CÁSERES: “Mejor que decir es hacer”

Hoy el colegio secundario Cacique Juan Calchaqui hace vital aporte en la educación de los jóvenes salteños. (Foto: Sites G.)

SALTA (Especial para EL SOL ABC-Por Prof. Miguel Ángel Cáseres *). El 3 de abril pasado cumplió 38 años el colegio “Cacique Juan Calchaqui”. Resultante de la experiencia educativa de los cursos de apoyo para alumnos de nivel primario y secundario, iniciada en 1975, destinada a alumnos que debían rendir materias en el mes de marzo.  En ocho años, hasta 1983, más de 30.000 alumnos fueron preparados gratuitamente, trabajando de lunes a sábados desde horas 8 de la mañana a 22 horas, en las instalaciones del club Atlético Pellegrini – escuela Almirante Brown – escuela Armada Nacional – escuela Juan Bautista Alberdi.

Sustentado en los datos logrados por el censo año 1980 pudimos comprender cómo se encontraba nuestro país y las secuelas de cuatro años de dictadura; porque lo que no se comprende envenena.

El analfabetismo en América Latina era terrorífico. Otros avanzaron, nosotros retrocedimos. El golpe de Estado de 1976 significó el inicio de un descenso imperdonable con su 6,1 %, es decir que 6.267.116 argentinos analfabetos. Salta sobre 700.000 habitantes poseía un 13,4 % de población analfabeta con un promedio de 52 % de deserción escolar en los tres niveles.

Según la UNESCO un país debería dedicar como mínimo el 25 % de su presupuesto en la educación. Argentina en 1975 dedicó el 16 %; en 1980 el 12 % y en 1983 el 7,8 %. Con argentinos que respondieron en algún momento a un proyecto europeizante, que adoptaron la decisión de ser los porteros de un largo saqueo.

Durante el último gobierno de facto, 1976 – 1983, el proyecto del país chico, con pocos y calificados habitantes, inició una ofensiva, todavía vigente. Cuando el fragor del combate no ha cesado totalmente, los heridos físicos, económicos y espirituales parecen cobrar la tetricidad del espectáculo dantesco con 30.000 desaparecidos, sin que ningún parte diga su destino, y una sociedad deambulando en la búsqueda de que un nuevo líder los aglutine y les permita reemplazar a los que cayeron. No nos rendimos porque sabemos que cuando la guerra se va la poesía vuelve a entrar.

Los argentinos nos peleamos y Martín Fierro llora, porque sabe que ganan los de afuera. Así, un territorio que por 1776, tenía 4.500.000 km2 con 800 mil habitantes.  Hoy sólo queda la mitad de lo heredado, con casi 45 millones de argentinos. Hay quienes quieren que seamos menos territorio y sólo 15 millones de habitantes. Cuanta entrega y cuanta muerte, encierra el proyecto. Mientras una minoría de privilegiados prosigue repartiéndose la tierra además de trabar a su antojo el desarrollo de sus inmensas posibilidades productivas, y controlar los principales resortes del poder.

En 1983 el país tenía 9 millones de seres humanos en estado de desnutrición. Las tasas de mortalidad infantil indicaban que más de 300.000 niños no alcanzaban el año y medio de vida. El norte argentino cobijaba en su seno a los desnutridos  “actuales”, que son los que no tienen el peso adecuado para su edad ni para su talla. Sabido es que los niños que han padecido una desnutrición tienen luego un coeficiente intelectual menor. La reducción de los lípidos cerebrales afecta particularmente a la mielina, vaina protectora y nutritiva de los nervios. En el período fetal y en la infancia, está vinculada al deterioro intelectual. Se puede observar apatía, negligencia, falta de curiosidad, falta total o parcial de respuestas a los estímulos del contexto familiar o social.

Vale recordar las palabras de Josué de Castro, presidente de la F.A.O entre 1952 y 1955 y autor del libro “Geopolítica del Hambre”: “El hambre es una plaga prefabricada, pues la ciencia y la técnica son suficientes para cubrir la demanda de alimentos que reclaman millones de personas en el planeta”.

En 1983 la ONU estimó que en el mundo  morían por hora 2.200 personas, sólo de hambre. En Argentina, el terror político y económico impuesto por la dictadura y su secuela de crisis afectó a los 600.000 psicóticos declarados, se sumaban un millón y medio de alcohólicos y 7.500.000 habitantes con problemas de ansiedad. Hoy, 2022, nuestro país tiene índices escalofriantes: 42,5 % de pobreza, 7,5 % de desempleo, 40 % de informalidad y precarización, 40 % de niños bajo de la línea de pobreza, 50 % de la población con carencia.

El porcentaje de analfabetismo de las mujeres era una prueba de desigualdad entre hombres y mujeres, dos de cada tres analfabetos, en todo el  mundo, son mujeres que no han podido beneficiarse de la educación para adultos ni de las campañas de alfabetización porque su carga de obligaciones no le permite asistir a los cursos.

Un informe de la UNESCO estimó que tres de cada diez parejas argentinas estaban separadas o convivían en “uniones de hecho”. La realidad nos pisaba y nos sigue pisando los talones. El agua nos llegaba al cuello, aunque casi siempre los que se inundaban, formaban parte de esa legión compuesta por doce millones de argentinos que no tenían agua potable.

En ese marco se firmó el convenio entre Biblioteca Popular Juan Carlos Dávalos y Ministerio de Educación (Daniel Jesús Isa). Convenio aprobado por Decreto Nº 1820. Para cuando se fundó este colegio “Cacique Juan Calchaqui”, martes 3 de abril de 1984: un director, dos vice-directores, un secretario docente, un jefe de preceptores. 68 profesionales docentes, ingenieros, poetas, abogados, contadores, médicos, periodistas, músicos, docentes universitarios y de nivel secundario, junto a 8 preceptores, 4 auxiliares administrativos y cuatro ordenanzas, todos trabajaron en forma absolutamente gratuita, pero aportando dinero y esfuerzos, durante todo el año 1984 para compartir el trabajo y los sueños con 250 alumnos insertos en ocho divisiones de primer año; bajo el lema: “Todos para uno y uno para todos”. De ellos fueron 126 alumnos que formaron la primera promoción del colegio en 1988. Una verdadera comunidad organizada y movilizada por un proyecto de educación popular. Por eso, apenas desembarcado en Salta el nuevo arzobispo, monseñor Julio Moisés Blanchoud visitó, espontáneamente, el colegio, pero también lo hicieron el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, El Chango Farías Gómez, Soledad Silveyra, Víctor Laplace, Ricardo Carpani, Vicente Zito Lema, entre otros.

En abril de 1985 se le entregó al Gobierno provincial un colegio con escudo e himno institucional; centro de estudiantes activamente protagonista, una biblioteca escolar con 300 ejemplares y dos proyectores de diapositivas (adquiridos). El 20 de noviembre de 1988 se inauguró y se entregó al Gobierno provincial las dos plantas del sector norte del edificio propio. Los golpes de la adversidad son muy amargos, pero nunca son estériles. Tras el vivir y el soñar está lo que más importa: despertar. Porque no puede haber felicidad si las cosas en que creemos son distintas de las cosas que hacemos.

Muchas gracias. Hasta la próxima.

 

 

(*) es profesor de Historia. Fue el propulsor y uno de los principales ideólogos de la creación de la escuela Juan Calchaqui en 1984. Tiene escritos varios libros sobre la Historia de Salta, sobre cultura y vivencias de la Salta antigua y es uno de los rescatadores de la verdadera historia del General Martín Miguel de Güemes. Por años trabajó en la Biblioteca Provincial de Salta y cultivó amistad con el poeta Juan Ramón Vera, uno de los mejores vates vanguardistas de Salta.