NANQUE DIBUJA: volver y revolver nuestra mirada de un mundo que se nos escapa como imagen que se ve desde un tren en movimiento; para meditar

El otoño primaveral es un regocijo para los ojos. (Foto: Redes).

SALTA (Especial-EL SOL ABC). Días otoñales preciosos nos muestra la Madre Tierra y que a veces contemplamos con desdén. Y allí aparece otra vez Nanque para pisar el freno, para decirnos hacia dónde corremos y por qué lo hacemos, si tenemos todo al alcance de la mano, más en este mes henchido de Historia y de Patria.

Todos los santos días debemos agradecer haber nacido en esta bendita, por la mano de Dios, tierra que a veces nos esconde los pinceles, para que no gastemos tantos cuadros hermosos. Desde uno de ellos, el poeta descubre un “trébol de cuatro hojas”.

Queremos desde EL SOL ABC compartir con ustedes ese descubrimiento.

       OTOÑO QUE DIBUJA

Por NANQUE, El Dibujante (Junius-IV-MMXXIII).

He abierto mis ventanas a media mañana para ver el sol.

Un cuadro perfecto me distrae para confluir colores nunca apreciados.

Me digo, sos testigo de este regalo inmanente casi infinito en mis retinas.

Sobre la marcha camino buscando sigiloso ese bien inaudito como inalcanzable: un trébol de cuatro hojas.

Trasiego con la mirada ese mosaico pleno, y nada.

Sigo atento, por si me tropiezo el alma de bruces ante lo buscado.

He llevado a mis ojos por la grandiosidad del mundo, y nada.

Extasiado del otoño primaveral busco el resplandor de las hojas verdes.

Allí donde menos lo esperaba, está vestido él de unas comisuras con una sonrisa plena.

Sí es ella, la de un niño en su alegría de mostrar sus dientecitos dibujados tal cuatro hojas de la suerte. Es allí donde todo se detiene.

Para qué buscar más. El limbo acontece.

Mi corazón está en calma mientras el trino de los chalchaleros se hace intenso, puro.