TRAGARSE SAPOS: la flor Awada y sus dos maridos en la Costa Azul

Juliana Awada se siente feliz, porque ha logrado todo lo que se propuso. Hoy en Europa está cubierta tanto por Macri como por Barbier. (Foto: Perfil).

MÓNACO, Principado  (Especial para EL SOL ABC-Por Seba Schwarcz). Aunque nunca lo “asimiló” del todo, Macri tiene que “comérsela” de hacerse “el amigo de quien supo ser marido de su gran amor que es Juliana”, a quien en la intimidad trata de “el pelado Bruno”.

En esta gran historieta en que se ha convertido la vida de la ex primera dama argentina, hoy socia principal de Mauricio Macri, el fugado de la Justicia argentina por asesoramiento de los jueces que manejan la mayoría de las más de 200 causas que tiene en los tribunales argentinos de Justicia, es bueno conocer algunos entretelones que muestran por quiénes fuimos gobernados los argentinos.

La Awada, que nunca perteneció a los círculos de pobreza de la Villa 31 ni la 11-14 de Flores, tampoco a los grandes círculos aristocráticos de la ciudad de Buenos Aires, sino de una clase media acomodada, porque sus padres siempre fueron empresarios textiles, “siempre pretendió más, siempre las luces de las limusinas de Hollywood le atrayeron”, y en su familia el dinero es lo que contaba primero, si no tiene ‘no te puedes casar, porque te vas a morir de hambre’. Y así cultivó primero la arrogancia, luego la frivolidad, que fue la característica que la enganchó con Macri. Ella es lo que tanto le gusta a él: no hablan de Borges, de Cortázar, o de la vida del Mahatma Gandhi, sino de Punta del Este, de los boliches que están con más onda, de la vida de Susana o de Mirtha, o de la última serie que está produciendo el Chueco Suar; o de lo último que presentó en el mercado Audi o la Ferrari. O si Ravi Shankar viene a Europa o a Sudamérica”. En esa convulsionada vida transita el devenir de una mujer que hoy convive por razones obvias, entre Zurich y el Principado de Mónaco, donde reside Bruno Barbier, quien según las malas lenguas nunca dejó de amar a la Juliana.

 

Quién es Barbier

Este es Bruno Barbier junto a Valentina, la hija con Juliana, y Antonia. Hoy todos en Europa dándole cobertur a Juliana, por lo que le pasa a Macri. (Foto: Perfil).

Según la prensa amarilla de duques y condes que difunde La Nación, este Bruno Barbier se la supo curtir a la Awada durante 11 años. Con ella tuvo a Valentina, que hoy tiene 17 años y que lo acompaña en su residencia del principado. Dicen además que proviene de una familia de la nobleza belga, que siempre se dedicó a los negocios inmobiliarios por el mundo y ahora lo hace en el mundo de la especulación financiera. Tiene una serie de propiedades en la Argentina, Uruguay y Brasil, como Francia, Bélgica, Italia y en el Principado de Mónaco. Muchas de ellas las alquila. Además, dice que participa del fondo de inversión sojero que administra Grobocopatel.

Ahora muchos entenderán por qué Canosa es como es. Siempre quiso ser como la Awada. (Foto: Noticias).

Otra que supo andar tras de Bruno, es nuestra archiconocida “rebelde tomadióxido” Viviana Canosa, otra del mismo perfil de la Awada, “nada más que el cuero no le da”.

Por lo repentina de la “huida de Macri de la Argentina”,  a los Barbier la situación los tomó de sorpresa y por eso no los invitaron a Mónaco. Sólo cuando los medios hablaron del acoso que sufrieron en París y el escrache que les hicieron en cercanías de la Torre Eiffel, les prepararon habitación en una de las casas de Bruno Barbier.

Dicen que hay un acuerdo tácito entre Barbier y Macri, que si algo le llegara a ocurrir al “huido”  —ya sea prisión o fallecimiento—  Bruno debería hacerse “cargo de Antonia y de Juliana”. Y es lo que más enloquece a Mauricio. Dicen que llora a solas, cuando Juliana “analiza” la realidad de quien la supo meter en la nube del no compromiso, de la súper frivolidad.

 

Macri no tiene la conciencia tranquila con Bruno

Existe un hecho muy singular que no trascendió mucho a la prensa. Y es que Macri le tiene recelo a Barbier, porque sabe que le causó mucho mal. Él hizo que Juliana escapara en una noche calurosa del verano de Punta del Este, cuando Macri salía con Malala Groba, en un yate propio hacia las profundidades del Atlántico, mientras Bruno esperaba a su entonces mujer en la residencia Barbier hasta altas horas de la madrugada. Dicen que apareció una semana después, sólo para llevarse la ropa.

La revista Noticias contó el suceso de la siguiente manera: “Así como Bruno Barbier no ostenta ningún título de nobleza, el final de su romance con Juliana Awada tampoco fue el de un cuento de hadas. Muy por el contrario, la hoy ex primera dama atravesó un desagradable momento cuando se separaron, con la persona más respetada dentro del núcleo familiar de los Barbier: el abuelo de su ex, Raymond Vandermoortele. Allegados al círculo íntimo de él cuentan que el respeto por el hombre era reverencial, y siempre tenía la última palabra. Tanto que el patriarca fue quien hizo echar a Juliana de la casa familiar, durante las primeras vacaciones después de separada la pareja. Era enero y ella había viajado a Uruguay para buscar a Valentina, que estaba pasando unos días con su padre en la chacra de José Ignacio. Pero cuando Juliana entró, el abuelo de Barbier la insultó en francés. Sacado, Vandermoortele le dijo firme: ‘De ahora en adelante, si querés buscar a tu hija va a ser en la estación de servicio a dos kilómetros de acá’. Pero este mal clima cambió con al tiempo cuando Macri accedió a la Casa Rosada y Awada se convirtió en primera dama”, lo que confirma la cuerneada  de Juliana. Hoy todos hacen como que no ha pasado nada.