SOCIEDAD ALIENADA: ¿por qué suceden tantos ataques con armas a población civil en EE.UU.?

Tiroteo en una escuela secundaria de Uvalde (Texas), que dejó 22 víctimas fatales, según el último parte policial. (Foto AP).

LOS ÁNGELES, EE.UU. (Especial para EL SOL ABC-Por Vane Valciotta *). Muchos creímos que venir a vivir a EE.UU. era la panacea para nuestros problemas; era llegar a las puertas del Paraíso, para disfrutar del consumismo, sentados bajo las palmeras de Palm Beach en La Florida. Era admirar y asimilar tanta publicidad impuesta, tanto cine norteamericano, sumando esas actrices de piernas interminables, de esos cuerpos bronceados, todos atados a Lamborghinis de lujo; y, sobre todo, dilapidando dólares. Algunos lo consiguieron, otros quedaron en el camino. Pero nadie se preguntó: ¿a costa de qué?

 

¿Qué es la vida?

Y más en un país, que es el mayor fabricante de armas, que además nos tiene a todos anestesiados con tanta publicidad, con tantas tarjetas de crédito, con tantas hamburguesas y hot dogs metidos en la sangre. Donde los días pasan por sobre nuestras cabezas, sin detenerse siquiera a ver el vuelo de un pájaro, de una mariposa, de las flores de nuestro jardín, o salir como “hacen en los países ‘pobres’, desde donde provenimos muchos, a mojarnos los pies en un arroyo, en una acequia, o darnos ese chapuzón de felicidad con nuestros amigos, o compartir un partido de fútbol en algún descampado al costado de la ruta, o comernos un asado brindando porque es el cumpleaños de algún familiar o de algún amigo cercano”. Por lo que se vive en la actualidad en EE.UU. alguien nos ha mentido descaradamente y lo que era “el modo de vida americano” es sólo un escenario ficticio con bases poco sólidas, casi un remedo de libros de inventados por escritores llenos de alcohol y drogas.

Ayer mismo, la sociedad norteamericana se ha visto sacudida por otro tiroteo en una escuela de cercanías de la localidad de Uvalde (Estado de Texas), desde donde es Salvador Ramos, de 18 años, adicto a las armas y a los videojuegos –otro de los males quema cerebros–, que harto de tirotear en una pantalla salió a hacer realidad lo que se hizo carne en sus neuronas: matar gente. Al día de hoy las autoridades del Estado de Texas reportaron 22 muertos, 19 menores y 3 adultos.

Hace unos diez días atrás, otro alienado disparaba su rifle de precisión y sus pistolas automáticas en un supermercado de la ciudad de Buffalo (Estado de Nueva York), dejando un tendal de 10 personas muertas, todas ellas de raza negra, y 3 heridos. Según la data policial, se trató de Payton Gendron, un supremacista blanco, que había planificado el golpe y hasta lo había publicado en las redes sociales.

 

 ¿Y por qué no se detiene el horror?

Y no se detiene el horror, porque todos estamos anestesiados por el consumismo. Porque, además, creemos que los que nos dicen los noticiarios de TV, o los diarios, o las radios, es la verdad. No existe en EE.UU. alguien que verdaderamente se “rebele”. Todos estamos cooptados por el sistema. Y así seguimos sumando puntos para nuestra alienación perfecta, para creernos dentro de “un mundo de felicidad” que no es tal.

Claro, que no es sólo es esto. Existe un combo perfecto para que la sociedad norteamericana viva en permanente estado de alienación:

  • EE.UU. es el mayor fabricante de armas del mundo.
  • Propulsor, por lo tanto, de todas las guerras en el mundo.
  • Alimentación desordenada y sin cultura culinaria.
  • No hay intelectuales que ayuden a pensar otro mundo. Las universidades los censuran.
  • Se vive atrapado en internet y en la telefonía celular.
  • Hasta las religiones han sido cooptadas para los fines del Gobierno.
  • Pocos vínculos familiares.
  • Sólo la meta diaria es buscar dinero mediante fórmulas facilistas como las que propone Wall Street.

 

Ya lo había vaticinado el gran filósofo Herbert Marcuse, en una de sus últimas cátedras en Harvard dijo, refiriéndose a su libro “El Hombre Unidimensional”: Es que el sujeto unidimensional es víctima de su propia impotencia y de la opresión continua de un método de dominación más complicado de lo que Adorno y Horkheimer imaginaron. Esta es la concepción del poder por la que yo me considero como puente entre la primera y la segunda generación de la escuela de Fráncfort. Este hecho se contrasta fundamentalmente con el capitalismo temprano, en que el movimiento proletario era una fuerza con el potencial efectivo de derribar al régimen. El capitalismo avanzado que describo, en cambio, ha generado a través de los estados de bienestar una mejora en el nivel de vida de los obreros, que es insignificante a nivel real, pero contundente en sus efectos: el movimiento proletario ha desaparecido, y aún los movimientos antisistémicos más emblemáticos han sido asimilados por la sociedad y orientados a operar para los fines que la sociedad coactiva reconoce como válidos”. Que es mantener la alienación para beneficio de los grupos de poder.

Entonces, dennos pochoclo, mucha Coca-Cola, muchos hots dogs y nos mantendremos entretenidos con toda la basura que se proyecta desde Los Ángeles, Miami, Nueva York, Las Vegas o Georgia: no hay tiempo para razonar y escapar a la esquizofrenia.

 

(*) comunicadora social, radicada en Miami, desde fines de los años 70; colaboradora de EL SOL ABC.