SANTIAGO DEL ESTERO (Especial para EL SOL ABC). Con mucha humildad y devoción, como alegría, el pueblo estuvo atento a las ceremonias en Roma donde asistieron invitados especialmente el gobernador de la Provincia, Gerardo Zamora y su esposa y ex gobernadora Claudia Ledesma Abdala.
El centro de las ceremonias de beatificación, enfrente de la Basílica de San Pedro, ayer las 5.30, cuando en la misma era las 10.30 (hora local), el Papa Francisco, junto a una extensa comitiva del gobierno y personas muy católicas de la grey local, estuvieron representando el sentir católico de todos los santiagueños.
La fórmula de canonización, pronunciada por el Sumo Pontífice en presencia de miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro, marca un hito significativo en la historia de la Iglesia argentina.
María Antonia, también conocida como “Mama Antula”, nació en Santiago del Estero, Argentina, en el siglo XVIII. Su vida estuvo marcada por una profunda devoción religiosa y una dedicación constante a ayudar a los necesitados. Fundó numerosas obras de caridad y brindó apoyo a los menos privilegiados, ganándose el respeto y la admiración de la comunidad.
Mensajes desde diferentes puntos del país
Desde diversas parroquias del país, en sus homilías los curas párrocos aprovecharon para saludar a la nueva santa argentina, que ahora es Mama Antula. Por ejemplo, desde la Parroquia de Mina Aguilar, cerca de la ciudad de Humahuaca, en Jujuy, el padre Jorge Alberto Crespo hizo llegar un saludo reverenciado y de acompañamiento a todo el pueblo santiagueño, diciendo: “Pedimos a Mama Antula que nos bendiga y nos saque a todos los argentinos de este calvario innecesario como ataque que estamos viviendo. Pido al pueblo santiagueño, que con mucha humildad siga los pasos de la Mama Antula, que es ya una santa de todo el pueblo católico argentino”.
También los medios provinciales hicieron cobertura especial de este acontecimiento único, donde se destaca la edición especial de Nuevo Diario de Santiago del Estero, con amplísimas notas gráficas reflejan las emociones vividas por los comprovincianos en la Plaza de San Pedro en El Vaticano.
