Hoy es una fecha muy grande en el sentir de los argentinos. Donde millones de pechos lucen orgullosos los colores de nuestra Escarapela Nacional. Hoy hace doscientos trece años un grupo de mujeres y hombres, junto a sus hijos, pusieron la piedra basal para la constitución de la República Argentina.
Hace trece años todo el pueblo vibró de emoción y alegría por las calles de la Ciudad de Buenos Aires, durante una semana, cuando festejamos el Bicentenario de la Revolución de Mayo, que no sólo fue un hecho nacional, sino que trascendió fronteras afuera por la visita emocionada y cordial de los presidentes latinoamericanos como Hugo, Pepe, Evo, Lula, Michel, Lugo y Rafael. Toda la epopeya resumida en las lágrimas y sentires de un pueblo que vence el odio y la discordia para mostrar que somos todo empuje, todo trabajo, todo solidario, todo alegre, todo humano, todo feliz.
Y el año pasado mostramos al mundo, luego de la consagración de la Selección Nacional en el Mundial de Qatar 2022, que pese a los intentos de dividirnos y de mostrarnos como “piltrafas humanas”, estamos más vivos que nunca, más fuertes que nunca, más activos que nunca. Y así salimos a las calles a gritar nuestra emoción y felicidad por los colores que nos unen como pueblo. Más de cinco millones de personas, a sus modos, demostraron que se puede ser feliz sin agredir al otro y sin muertos, en las calles. Muy distinto al diciembre aciago del 2001.
Entonces, a qué le tenemos miedo compatriotas, si el porvenir está en nuestras manos. Somos más y más poderosos que cualquier misil, que cualquier grupo sectario que trabaja para esas fuerzas malignas que necesitan vernos desunidos, tristes, con la cabeza gacha, para que siempre seamos sus lacayos y pedidores de limosnas.
Hoy les volveremos a demostrar que la Plaza de Mayo está henchida de felicidad y que jamás nos derrotarán y que esos cuatro corruptos deberían, en honor a la Patria, estar armando sus petates para esconderse en el rincón más oscuro de sus conciencias.