DOS CASOS QUE TIENEN ALGUNOS PUNTOS EN COMÚN: el asesinato del padre Ernesto Martearena y la intriga policial-mediática contra Guillermo Capellán, demuestra que al establishment salteño sólo lo maneja un grupo selecto

Pdre. Ernesto Martearena, uno de los líderes olvidados, que fue asesinado por las intrigas políticas del establishment salteño, según sugiere libro de Sergio Poma. Se han cumplido 22 años de su crimen. (Foto: Pdr. J.C.).
Capellán, otro de los atacados por el establishment salteño, frente al Indio Godoy, sindicado como parte de la trama para voltear al ex intendente de Libertador Gral. San Martín en Jujuy. (Foto: Archivo de EL SOL ABC).

SALTA (Especial para EL SOL ABC-Por LMML). El fallecido colega Sergio Poma en su libro “Salta, el narcopoder” le dedicó numerosos párrafos a la muy agitada vida política del padre Ernesto Martearena, uno de los singulares líderes que “nació a las sombras del Romerismo en la década de los 80’ cuando Roberto Romero supo comandar al Peronismo en Salta”. A lo que hay que agregar lo que se le hizo al entonces concejal Guillermo Capellán, con una operación encubierta para dejarlo fuera de la contienda electoral para intendente de Salta, por esos años también.

Justamente el libro de Sergio Poma pone énfasis en los recovecos oscuros, que en las páginas 86 hasta la 92, describe con mucha exactitud los pormenores hasta ahora no aclarados del crimen del sacerdote, poniendo al descubierto la trama macabra tras de éste al señalar: “Pocos días antes del suceso había trascendido una fuerte discusión que Martearena habría tenido en Finca Las Costas, residencia del gobernador (Juan Carlos Romero), con el secretario personal de Romero, Ángel Torres.

’’Sorprendentemente, en la homilía del domingo anterior al crimen, el sacerdote expresó que estaba analizando la posibilidad de dar a conocer a sus feligreses, información que podría perjudicar al gobierno, e incluso hacerlo caer”.

Continúa el texto del libro de Poma diciendo: “El gobierno temía que el caso se convirtiera en el certificado de defunción que significó el crimen de María Soledad Morales para el gobierno de los Saadi (en Catamarca)”.

Más adelante también dice de las sospechas sobre este horrendo caso, ya que el sacerdote fue hallado en su cama, donde había un estrecho corredor de un metro y medio del lugar donde habitaba con 18 puñaladas en su espalda, pero que la investigación jamás halló ni una pequeña gota de sangre de salpicadura luego de tan tremendo ataque. Como si el cuerpo fuera asesinado en otro lugar y luego plantado en el mismo. Por el hecho fueron detenidos “dos perejiles” –como también se utilizó uno para incriminar a Capellán— uno jujeño de nombre Javier Alanís y otro de Santa Victoria Oeste, de nombre Santos Castillo, quienes habían sido protegidos del cura en uno de los tantos hogares que manejaba.

Ayer se cumplieron 22 años de tan penoso suceso, donde el padre Martearena, luego de venir de su ciudad natal Libertador Gral. San Martín (Jujuy), supo granjearse el cariño de los salteños para los cuales trabajó incansablemente hasta el día de su crimen.

También era atacado por algunos sectores reaccionarios del Iglesia local, como también lo fue el padre Jorge Crespo, por su dedicación a la política. Y porque llegó a saber más de lo convenido.

Pero lo que dice Poma en su libro es muy contundente, a lo que precisamos en nuestra opinión: “Tuve la oportunidad -dice Poma- de entrevistar a Sergio Alanís en la cárcel de Villa Las Rosas un mes después del suceso. Me dijo que él y Castillo habían entrado la noche del crimen con la intención de robar al cura: ‘Cuando yo lo encontré -dice Alanís- estaba tirado en el piso. Lo tapamos con manteles que había ahí, en la parroquia, para no llegar a ver la imagen ensangrentada y el charco de sangre que tenía a su alrededor, pero de ahí en más no lo tocamos, ni en ningún momento lo movilizamos, ni nada’. Alanís se refiere a un estrecho pasillo de la planta baja donde, según el juez, habrían asesinado al sacerdote. Santiago Pedroza, abogado de uno de los presuntos asesinos, informa que el pasillo tiene un metro y medio, y que no hay sangre en las paredes, pero sí hay sangre de la víctima en el piso. Si se considera el ancho del pasillo y la cantidad de puñaladas que recibió el sacerdote, ¿cómo es posible no encontrar en las paredes ni una sola gota de sangre? Esto sirve para abonar la teoría que Martearena fue llevado allí después que lo mataron en otro lugar”, dice el texto.

 

Impunidad manifiesta

No vayas a querer saltar el cerco establecido por los grupos de poder que están coordinados para que ningún extraño pueda gobernar la provincia de Salta.

Le sucedió a Capellán, pero un poco antes al padre Martearena. Vaya casualidad; los dos provenían de Libertador Gral. San Martín. Guillermo fue intendente peronista, pero fue sacado por acusaciones fraguadas por el entonces concejal Marcelo Llanos, hoy bajo otra paradoja: vive refugiado en esta capital en el famoso country de los políticos, Valle Escondido.

En nuestro homenaje a tan digna figura, defensor de los pobres, también estriba la pertenencia a una querida familia con mucha cercanía a EL SOL ABC, como es la familia Alancay-Samán-Martearena.

Fuentes: Libro de Sergio Poma-Salta, el Narcopoder-Propias.