DOS BOMBAS SACUDEN A EE.UU.: las conversaciones secretas del jefe del Estado Mayor Conjunto con China y el vaticinio secesionista de Trump

Donald Trump y el general Mark Milley. El primero acusa al segundo de venderse al enemigo y por la desatrosa huida de EE.UU. de Afganistán. Hay varias fuerzas que trabajan para la división de EE.UU. vaticinan algunos. (Foto: AFP).

WASHINGTON, EE.UU. (Especial-Espía Digital- Por Alfredo Jalife-Rahme *). De las fallidas guerras eternas del 11-S, al nuevo frente doméstico de la toma del Capitolio, EE.UU. es sacudido por dos bombas inéditas: la presunta alta traición del general Mark Milley en sus tratativas secretas con China, que traslucen una insubordinación militar cercana a un golpe, y el vaticinio de la balcanización de EE.UU. por Donald Trump.

¡Vaya semana que sacudió al Olimpo estadounidense cuando las fuerzas centrífugas parecen superar a sus fuerzas centrípetas!

Veinte años después, mi libro sobre Los 11 frentes antes y después del 11 de septiembre con la derrota de EE.UU. en Afganistán y su próxima retirada en Irak a fin de año, el verdadero frente hoy es el doméstico que explotó el 6 de enero con la toma del Capitolio que expuso la aguda fractura de las tambaleantes placas institucionales tectónicas en EE.UU.

La fractura doméstica también ha alcanzado a los propios partidos como es el caso de la colisión pública entre los dos ex presidentes republicanos: Baby Bush, quien extiende su 11-S, que inició, a las “fuerzas malignas” del “terror doméstico” del 6 de enero que imputa a Trump, sin citarlo, y quien le arroja en plena faz el desastre de sus guerras y los eventos del 11-S que ocurrieron bajo sus propios ojos.

También se fracturan las inversiones en China de dos globalistas israelí-estadounidenses cuando el mega especulador George Soros, presunto espantapájaros de la Banca Rotschild, colisiona con Larry Fink, mandamás del omnipotente mayor banco de manejo de inversiones del planeta BlackRock que prosigue su colaboración con Pekín, a contrario sensu de la sinofobia de Soros.

A mi juicio, el resonante triunfo del gobernador demócrata Gavin Newsom en California —el primer PIB estatal de EE.UU.—, que ratifica su permanencia en el poder y muy probablemente su reelección el año entrante, constituye un fractal dentro del caos generalizado, por lo que ni avanza ni retrocede la delicada coyuntura de los tres niveles del poder cuando en forma ominosa se recrudece la fractura pública del Ejército que ya se veía venir.

 

Pronósticos

Lo peor que le puede suceder a EE.UU. en estos momentos es la división de su Ejército que en su mayoría tiende a ser más proclive al Partido Republicano cuando el presidente Biden estiró demasiado la liga interna al haber nombrado como secretario de Defensa al primer afroestadunidense de su historia, el general Lloyd Austin —se recuerda que el general Collin Powell era mulato jamaiquino-estadounidense— y de haber propiciado la propagación interna del wokenismo, el despertar ideológico de liberación de los afroestadounidenses que estalló con el asesinato de George Floyd.

Más allá de que una centena de almirantes y generales hayan exigido la renuncia de los generales Lloyd Austin y Mark Milley, jefe de las Fuerzas Armadas conjuntas, debido a la pésima logística de la evacuación en Afganistán, la gota que ha derramado el vaso de la lucha de los militares por el poder ha sido la publicación de extractos bombásticos del libro Peril, de Bob Woodward, veterano reportero del Washington Post, quien participó con su garganta profunda en la defenestración del expresidente Richard Nixon y que, con el reportero Robert Costa, epone las tratativas secretas del muy polémico general Milley con su homólogo chino Li Zuocheng, a quien prometió avisarle de un ataque contra China ordenado por Trump.

Milley realizó dos llamadas: una muy extraña cuatro días antes de las controvertidas elecciones del 3 de noviembre y otra, más lógica, dos días después de la insurrección del 6 de enero.

En su segunda llamada, el general Milley le confiesa a su homólogo chino: “No vamos a atacarlos o a conducir operaciones cinéticas (sic) contra ustedes” y “deseo asegurarles que el Gobierno de EE.UU. es estable y que todo estará OK”.

Ya encarrerado, Milley le confesó al general Li que “en caso de que EE.UU. los ataque, le haría una llamada con antelación. No será ninguna sorpresa”.

Hasta aquí, Milley no solamente pisoteó la cadena de mando de la Constitución, cuando el presidente en turno es el supremo comandante de las Fuerzas Armadas, sino que también es motivo de “alta traición” por operar a espaldas del presidente Trump, a quien consideró un trastornado mental capaz de llegar a una guerra contra China e Irán, como se desprende de sus espurias tratativas con la lideresa del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, de 81 años de edad, quien supuestamente estaba preocupada del apretón al botón nuclear por el supuesto desquiciado mental Trump.

La primera llamada, a menos que fuera premonitoria de lo que iba a suceder cuatro días después en la elección presidencial, no venía al caso.

 

Uno de los motivos de la derrota de Trump

A menos que se trate de un patriota excepcional, llama poderosamente la atención que el general Milley haya mostrado una actitud hipercinética movilizando a medio mundo contra el presidente Trump que lo había nombrado en 2018: desde su revisión de los procedimientos para lanzar armas nucleares con oficiales de alto mando, pasando por su otra llamada al almirante del comando de la región Indopacífico de EE.UU., hasta sus intrigas con la entonces directora de la CIA Gina Haspel —muy cercana al espionaje británico—, quien le aseveró que EE.UU., como consecuencia del 6 de enero, se encontraba “en vía de un golpe de la extrema derecha”.

El no menos polémico senador republicano por Florida, Marco Rubio, exigió el despido de Milley por su “filtración traicionera de información clasificada al Partido Comunista chino”.

Cabe señalar que el presidente Biden se ha aferrado a mantener en su sensible puesto al vilipendiado Milley.

El anterior secretario de Defensa Chris Miller fustigó la conducta de su colega de alto rango en ese entonces, el general Milley, y a quien hoy exige su renuncia, ya que él “no autorizó y nunca autorizaría” las llamadas secretas.

 

Contrataque de Trump

El ex presidente Trump publicó un comentario en Telegram —cabe recordar que está boicoteado por las otras redes sociales más proclives al presidente Biden— donde arremete contra Milley por traición, y fustiga de paso las fake news de Bob Woodward y Robert Costa. Trump se defiende de “nunca siquiera haber pensado atacar China y China lo sabe”.

¿Qué tanto sabrá China que hasta ahora no ha hecho ningún comentario al respecto?

En una entrevista a Newsmax, con su anterior jefe de prensa Sean Spicer, Trump señala la “incompetencia” de Milley en la retirada de Afganistán y lo acusa de instigar “un golpe militar de facto” contra el mismo presidente Biden.

Si Milley pensó en propinar sus dos golpes de Estado contra Trump y Biden, pues fracasó rotundamente.

En la misma entrevista, Trump abordó en forma ominosa las elecciones legislativas del 2022 y la presidencial del 2024: “No vamos a dejar a ningún país”, ya que la elección fue “fraudulenta”, y “no vamos a tener a ningún país en tres años”. Agregó que “de acuerdo con muchos, Obama ahora está conduciendo el Gobierno”.

Trump sintetizó que EE.UU. “ha ido realmente cuesta abajo en los últimos ocho meses como nadie lo había visto antes”.

El rotativo británico The Independent —que de independiente no tiene nada—, notoriamente anti-Trump, tildó su entrevista a Newsmax, en especial, la “desaparición de EE.UU. en los próximos tres años” como “incoherente”. ¿Y qué tal si no?

Lo más relevante es que, además de la grave fractura del Ejército, los dos bandos contrincantes se acusan de severos trastornos mentales. ¡Urgen alienistas!

¿Quién se quedará con las bombas nucleares de EE.UU., en caso de una secesión sin sucesión?

 

(*) Alfredo Jalife-Rahme Barrios (Mérida, Yucatán, nacido el 24 de mayo de 1948) es un médico, profesor, conferencista, escritor, columnista y analista político mexicano de ascendencia libanesa, especializado en relaciones internacionales, economía, geopolítica y globalización.