DÉJENSE DE PELOTUDEAR

Esta puja la debemos dar con los adversarios, no entre los que conformamos el mismo espacio. Es el pensamiento de la gran mayoría. (Foto: Agrofy).
Abajo, bajo el trino de los pájaros y los amaneceres fríos, manos calludas se avientan por diferentes caminos a buscar el pan de cada día (más caro), mientras la radio deja esparcir noticias que la mayoría cambia, porque no quiere saber nada con los cruces o dimes y diretes de uno u otro sector. Mientras el tren nos lleva, cruzando medio Buenos Aires, a nuestros lugares de trabajo. Ese es el sambenito de todos los días. Es la película real, la que se puede ver en los andenes o en las veredas de las ciudades, las que todavía tienen trenes.
También bajo ese mismo cielo, los que todavía nos detenemos para mirar hacia la inmensidad del cosmos, vemos un tremendo ruiderío y fogonazos de misiles, entre gente del mismo espacio, pero muy alejados de los que, con paciencia, como nosotros, urdimos todas aquellas respuestas porque nos sentimos perseguidos, saqueados, asqueados y vejados en los cuatro años que duró la experiencia neoliberal. ¿Y por qué lo vivimos? Por culpa de nosotros mismos: porque, primero, caíamos en la fantasía mentirosa propalada por las redes: “Como son ricos, no nos van a robar nada”; “Se robaron todo”; “Es necesario un cambio, además que Mauricio la ‘tiene clara’ “; “La Argentina está cerrada al mundo”; “El tema de la inflación se arregla en dos minutos”; “Hay que liberar la economía, para que los propios actores aporten y arriesguen cada día más”. Entonces, nos pusimos en contra de Daniel Scioli y los resultados fueron más que elocuentes.
Y hoy, cuando apenas estamos enderezando el espinazo luego del tremendo golpazo que nos dio la Pandemia del Covid-19, pero antes un país en ruinas por el endeudamiento sin sentido y criminal en contra de la mayoría del pueblo de la nación, los principales actores del Frente de Todos caen en la redada pergeñada  –eso está recontra estudiado en los sótanos del Pentágono— por los medios al servicio de EE.UU. y de sus satélites en la Argentina, país al que siempre tendrán en la mira, porque “de ninguna manera puede llegar a ser potencia o a algo que se le parezca, porque somos simplemente competencia y porque, además, estamos situados geográficamente en un lugar estratégico inigualable para los futuros siglos”, que los sectores que lo fortalecieron se peleen entre ellos y así surja la división que “a los enemigos de la Argentina conviene”.
Dicho esto, entonces, señores ¡basta! No le hagamos el juego a quienes nos quieren ver separados. No es con mensajes subliminales o indirectas, que vamos a solucionar este dilema de quién tiene más razón que el otro. Es hora que se sienten, cara a cara, el Presidente y la Vicepresidenta, para evitar que aparezcan los Larroque o los Máximo, o los Kulfas, Moroni o Guzmán, echando más leña al fuego. Porque primero nadie los eligió a ellos. Segundo, la Vicepresidenta es una persona con mucha inteligencia y experiencia en el poder, que puede hacer un aporte fundamental; y el Presidente, no encerrarse en sus trece, de no aceptar que “la inflación en estos momentos se la debe combatir por decreto, con un congelamiento de precios, porque es una ‘inflación inercial’, por 90 días”, como lo expresó el economista y catedrático Andrés Asiain en C5N anoche.
El pueblo está harto de ver subirse a las redes o de llegar a los medios a políticos, opinólogos, periodistas, gente común, tratando de llevar frutos para su costal. Es hora que esa opinión sólo sirva para hablar de las potencialidades que la Argentina tiene para ser el país que nos merecemos ser.