NOS ESTAMOS DEGRADANDO CULTURALMENTE: nos rebajan cada vez más, para que en la próxima centuria sea tal nuestra dependencia, que obligatoriamente nuestros maestros y profesores serán norteamericanos o europeos

El falto de contacto con la Naturaleza, con la familia, está creando con los cibernautas jóvenes una sociedad cada vez más dependiente y con casi nulo bagaje cultural. Un peligro para la sociedad de la próxima centuria. (Foto: EFE).

BUENOS AIRES (Especial para EL SOL ABC-Por Seba Schwarcz). El grito en el cielo que pegó el actor Miguel Ángel Solá si bien no apunta directamente a este singular problema, que tienen que atender las universidades y el Ministerio de Educación, sino que se refiere “a la televisión basura” que tenemos que consumir todos, sin excepción, es porque no tenemos escapatoria. Y lo dice Solá, que toca sólo un costado del verdadero problema que asumirán las generaciones venideras.

Nuestra juventud, a pesar de los denodados esfuerzos de sectores de menores recursos —que luchan por salir de la pobreza por medio de la academia— toda la sociedad está embarcada en un camino sin retorno, porque desde la aparición de los teléfonos celulares y los cyberjuegos, como aplicaciones para éstos o para PC’s han hecho que hasta en los pueblos más alejados del país, donde llegue internet, los niños y niñas que va entre sectores que tienen 8 a 14 años sean premoldeados por aplicaciones que lo alejan de la realidad, de la vida cotidiana, de la lectura de un libro, de la integración familiar, etc. Incentivando de forma grosera la violencia manifiesta que todos los días miran en los juegos que presentan esos mundos virtuales de batallas, guerras, crímenes y formas aviesas de sortear obstáculos virtuales.

Ya en el 2018, la agencia española EFE, presentó un informe de un estudio realizado por el profesor Mario Salazar Valenzuela de la Facultad de Psicología de la Universidad de Sinaloa de México, donde éste precisaba sobre los daños a que está expuesto el joven que consume este tipo de herramienta cibernética: “La adicción a los videojuegos puede afectar a los individuos a nivel biológico, personal y social, pues el adicto puede presentar daño neuronal, obesidad, depresión, bajo rendimiento académico y aislamiento, advirtió el especialista”.

A lo que luego agregó EFE: “Explicó que dedicar demasiadas horas a esta actividad, en la cual la mayoría de los juegos apuntan a la violencia y al poder, genera diversas consecuencias.

“En ocasiones, el individuo se va creando una idea fantasiosa sobre el dominio que puede ejercer sobre los demás, generando en ellos actitudes violentas, paranoides y de superioridad”, explicó el académico en un comunicado.

Los adictos al videojuego “se caracterizan por ser personas ansiosas, impulsivas, con poca tolerancia a la crítica e inseguros para entablar una relación social”, dijo.

Si bien los videojuegos causan un mayor daño a nivel neuroquímico en los infantes, en los adolescentes y adultos también existen afectaciones, ya que al convertirse en una actividad lúdica excesiva interfiere en la vida personal del individuo, apuntó.

“La adicción al videojuego cae en particular en una línea de la ludopatía que se llama tecnopatía, que es un vicio a los videojuegos y se encuentra en el trastorno de los impulsos donde la persona está inmersa en ese mundo y cae dentro de la red obsesiva compulsiva”, señaló.

 

El diseño de esta Matrix

Pero si miramos nuestro entorno y la terrible presión que sufren nuestros pueblos de Latinoamérica, con este tipo de herramienta diseñada para bajar la calidad del conocimiento humano, para que sea sólo la elite mundial la que domine todos los rubros del conocimiento, tanto que dentro de cien años en la República Argentina necesitaremos importar maestros, profesores y académicos de otras partes del mundo, porque para la población que tendrá Argentina, por arriba de los 100 millones de habitantes, y por la chatura de conocimientos de las próximas generaciones de argentinos, es que seremos dominados, no ya comercialmente, sino por medio del conocimiento. Son millones de argentinos los que “muy infantilmente entregan a un niño un I-Phone ‘para los jueguitos que los distrae’ o una Tablet, para que se encierre en un mundo virtual que nada tiene que ver con la realidad de la vida diaria. Pierde conocimientos académicos, que lo llevarán a enfrentar y a sostener sus creencias, sus proyectos y su participación política con bases endebles, y que, además, serán tierra fértil para la dominación por los propios creadores de esas herramientas”, lo sostengo después de un exhaustivo análisis personal, que se suma a lo expresado por Miguel Ángel Solá.

 

Se nota haciendo contrastación en el cine o en la radio o TV

Cada día tenemos profesionales de medios poco preparados. Con mensajes poco acordes con la realidad. Donde la subestimación de la inteligencia del otro es moneda corriente. Es allí que Solá tiene razón cuando  –lo editó el diario Hoy Día Córdoba— trata de “imbéciles” a las figuras más populares de la TV nacional como Marcelo Tinelli, Susana Giménez y Mirtha Legrand.

Miguel Ángel Solá apuntó a la TV basura que poduce programas como los de Tinelli, Legrand o Giménez. Por supuesto, que hay otros referidos al mundo del chimento farandulero. No hacen ningún aporte. (Foto: Hoy Córdoba).

“Argentina nunca fue un pueblo idiota, pero ahora lo está pareciendo, y eso es muy grave. La población consumía cultura”, comenzó diciendo el actor en una entrevista con Andrea Chiarello en el programa “Mamás felices” (UCL TV), que aún no salió al aire, pero terminó teniendo mucha repercusión por el adelanto.

“El gran problema argentino es que empobrecen el cerebro y el corazón de la gente. Eso es lo que hay que revertir, pero solamente si la gente debe juntarse para luchar contra la basura. Si no, no vamos a escuchar la capacidad que tienen los argentinos para crear. Vamos a seguir escuchando al imbécil de Marcelo Tinelli, a la imbécil de Mirtha Legrand y a la imbécil de Susanita. A los imbéciles que mandan toda la información del país”, expresó Solá, sin ningún miedo al qué dirán.

Es necesario que las universidades debatan este aspecto. También las escuelas y los ministerios de Educación de todas las provincias, para adecuar programas de estudio académico que nos ayuden a rescatar sólo lo que nos conviene como sociedad tecnologizada.

Cuando reaccionemos, quizás sea un poco tarde. Tenemos que salvarnos.