MEMPO GIARDINELLI: “Entregar el Paraná es como entregar las Islas Malvinas; no hay causa nacional más digna y urgente”

Banner en defensa de la soberanía del país sobre la Hidrovía. (Foto: Twitter).

BUENOS AIRES (Especial-Mesa Soberanía Nacional-Por Mempo Giardinelli *). Fue así como se delineó un contexto continental en el que la Argentina se viene quedando sola debido a la inexplicable decisión presidencial de no denunciar y en cambio tolerar la lamentable claudicación del actual gobierno uruguayo, claramente cipayo y antiargentino. Y actitud a la vez contraria a los claros pronunciamientos de los gobiernos de México, Honduras y Bolivia, por lo menos, que reafirmaron soberanías absolutas sobre sus bienes naturales (litio, hierro, cobre, petróleo, maderas, etc.) como ya lo hicieron a su modo Cuba y Venezuela, y también Brasil y Colombia. Pero Argentina no está en esa línea. Y quizá en ninguna, por su política exterior en líneas generales errática y genuflexa. Y más cuestionable ahora, cuando Chile anuncia el dominio “absoluto, exclusivo e inalienable” de sus recursos minerales, a la vez que desprivatiza el agua.

La Argentina, en cambio, sigue dando pasos atrás, inocultables y algunos vergonzosos, producto evidente del extravío de una política exterior que desmerece el nombre de su sede: Palacio San Martín. Y cuya debilidad frente a Inglaterra, que ya domina todo el Atlántico Sur y se instala en islas que siempre se tuvieron por argentinas, es por lo menos ominosa. Y encima con los medios distrayendo al pueblo con la estúpida borrachera de un vicecanciller denunciado por ingleses y no por argentinos.

Lo cierto es que nuestra república  –en la que el “acuerdo” con el FMI impuso condiciones que producen más vergüenza que esperanzas–  está al borde de un colapso de Soberanías perdidas y en ese contexto son subrayables los dichos de Kicillof.

En el escenario geopolítico de derrota en que se encuentra hoy la Argentina, la cuestión no es –como “defienden” algunos bienintencionados que rodean al Presidente– un simple juego de negar y tapar agujeros en cielorrasos ministeriales. Como heredada del anterior desastre macrista, la circulación de amantes del sushi con champán no disimula el proceso de disolución nacional en que la Argentina parece inmersa. Y decirlo no es alarmismo sino lectura realista de la decadencia institucional y social que vive nuestro país, lo admitan o no algunas dirigencias.

Y es que es indesmentible que, en las últimas tres décadas, salvo los períodos más o menos recuperatorios de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, hoy todo está muchísimo peor a la vista de tanto cipayo suelto, tanto sojero evasor de impuestos, tanto gringo reverenciado por neoliberales expertos en eludir retenciones y controles. Es en ese contexto que hay que leer el esperanzador pronunciamiento de Kicillof el viernes pasado.

 

(*) Columnista de Página 12, escritor e investigador premiado en distintos eventos internacionales. Luchador incansable en defensa del territorio nacional.