BUENOS AIRES (Especial para EL SOL ABC-Por Seba Schwarcz). Todos tenemos derecho a disentir o a expresarnos en tal o cual sentido diciendo lo que sentimos o pensamos sobre determinado hecho político o personaje político. Dicen las herramientas de la democracia.
Claro que cuando una persona como el actor Luis Brandoni, conocido radical, pero en los últimos años chupamedias macrista, se vuelve reiterativo, obsesivo y hasta delirante, entonces el caso merece especial atención.
Porque hay que decirlo, un actor mediocre en el final de su carrera ha sobrepasado todas las barreras de la civilidad cuando ha tomado como punto de sus “angustias, penurias, taras y odios” a una señora que tiene pruebas contundentes de criterio social y político, como de ubicuidad, y que hoy está en la difícil “tarea de reconstrucción de un país arrasado, por las políticas que defiende el actor radical”, no podemos quedarnos callados, total estamos en democracia.
Este sujeto, Brandoni, está cayendo en lo que hace todo ser ruin, que desde el anonimato que “él se construyó para sí mismo”, “llama a defender lo indefendible, llama a marchas y agrede en medio de la muchedumbre, porque no tiene pruebas. Y eso lo hace más infeliz y odiador, porque desde el grupo se cree macho y grita ‘Cristina asesina’, como los rugbiers que agredieron al joven la otra noche en Villa Gesell, que se creen ‘machos’ en patota”. Este Brandoni es un ser peligroso para la sociedad, porque lo único que falta es que agarre un arma.
Y Brandoni no tiene perdón porque es una persona pública, no como las miles de mujeres ataviadas de macristas que gritan en las marchas amarillas: “Chorra…chorra”.