JE’ SUIS DOLORES

Si no cuidamos a quienes están del lado de la República y sus instituciones, y más cuando son mujeres que batallan solas, estamos en pleno proceso de involución como sociedad. (Foto: Archivo).

Ponerse en la piel de Dolores Etchevehere es ponerse en la piel de millones de mujeres que reivindican, mediante marchas de #Niunamenos, de los pañuelos verdes, de las mujeres de las organizaciones sociales, de las militantes de tantos partidos políticos, que han visto violentadas, vejadas, violadas y asesinadas a millones de compatriotas, por el poder paranoico de hombres que creen que las mujeres son un aditamento más de la vida.

Ver a las mujeres que acompañan la campaña montada por unos chacareros corruptos y llenos de odio, donde su propia madre hace al conjunto de características que hacen al machismo estructural que tienen nuestras instituciones como República, nos lleva a delimitar los caminos de una Justicia verdadera que necesitamos como nación para recomponer lo que creemos que ya hemos solucionado.

Ahora con el paso del tiempo vemos que esa lucha de Alicia Moreau de Justo que en 1902 comenzó con la fundación del primer Centro Socialista Feminista y de la Unión Gremial Femenina, que luego siguió desde su puesto Eva Duarte de Perón con la creación de asociaciones de mujeres peronistas en todas las provincias, como haber trabajado con ellas en pro de conseguir el sufragio universal de las mujeres, a lo que debemos sumar el trabajo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, etc., es un trabajo que no ha llegado a su fin ni mucho menos.

Muchos dicen que el tema de las tierras que denunció, con papeles en mano, Dolores que le pertenecen y que un grupo encabezado por sus hermanos, que son dueños de casi todo en Entre Ríos, a vista de todo el país le quieren arrebatar porque son hombres, porque además tienen a la Justicia de su parte, a la policía, a los jueces, a los abogados, es una lucha desigual que arrincona a una mujer sola y que pide que otras mujeres se pongan de su parte. Más allá de lo que todos dicen que sólo es un entuerto familiar.

Acá hay una sociedad machista, la entrerriana, que quiere doblegar, como quedó en evidencia, a la Justicia, a la policía, y a una mujer sola.

Por ello, nos ponemos del lado de Dolores; porque de una vez por todas los argentinos debemos tomar conciencia de los nuevos tiempos que corren, porque luego ya tarde nos horrorizamos cuando la crónica policial o los comentadores de radio o televisión hablan de los crímenes o violaciones contra las mujeres, pero no decimos nada del poder machista que la misma Bullrich justifica. Y que edulcoradamente nos venden como usurpación.

Por ello, todos somos Dolores. O debemos serlo.