SALTA (Especial para EL SOL ABC). En tiempo de reposo y de vacaciones, Nanque nos insinúa con su dúctil pluma describiendo cómo es embelesarse con los pies de una mujer bella, que si los cuida está teniendo la llave para atraer a los hombres que ven las extremidades inferiores de las féminas como un objeto de cuidado y de emociones. Veámoslo:
ANGELINA
por NANQUE, El Mirón (Febrarius-IV-MMXXII).
Qué me importa el mundo y sus negociaciones, si el aura de tus pies me encandila. Has nacido para adorarte y simplemente me detengo en una esquina para ladearme a tu pasar. Para extralimitarme en mis deseos de verte contornear esas caderas libres de toda libertad.
Hay mucha fealdad en tanto oprobio a la conciencia que determina mi día; me abstengo de introducirme en esos recovecos oscuros y lúgubres.
Alguna vez te vi en el cine. Otras veces, en alguna raída revista en alguna peluquería. Siempre elegante, siempre altiva, siempre doncella.
Has alterado el recorrido de miles de autos multicolores en ese espacio de mi mente, que se parece a una autopista, donde la información va y viene. Sólo distingo esos grandes ojos azules, esos labios carnosos sugerentes.
Hoy miré un cuadro de una publicidad, mientras recorría una calle de la gran ciudad. Apareciste de nuevo mostrando esos dedos fuertes y perfectos, invitando a mi imaginación, pateando almohadones y sábanas en un Carnaval inconsciente, mi preferida Angelina.
Dicen que los pies de una mujer adoban las mejores noches, mucho más cuando están perfumados. Así falleció feliz el príncipe Safir-el-Mohaed.
