BOMBA DE TIEMPO: Tic tac…tic tac…tic tac…

A los que prendieron la mecha, que luego le vayan a rogar a Milei que los escuche. (Foto: Freepik).

Un pueblo bruto y llevado de las orejas por campañas en las redes y en aplicaciones de la web para que “odie la política” tiene que saber que “ha comenzado sobre su cabeza el conocido sonido de la bomba de tiempo…tic tac…tic tac”.

Al decir de los viejos más experimentados, casi como los agnósticos, sólo lo empírico les llevará otra vez a su zona de confort. De balde sirve que les expliques, que van “a perder derechos ganados en décadas de luchas gremiales, como la indemnización, vacaciones pagas, aguinaldo, obra social, antigüedad, escalafón, etc”, o que “la receta a aplicarse en la economía –como lo dijo en su discurso de anoche— tardará 35 años para que la Argentina tenga un lugar de privilegio en la cima de las naciones y que todos sus ciudadanos estén en ese escalafón mundial en la cima”. Es necesario explicar, que “nadie puede hablar de décadas, cuando la vida es el presente y no “el futuro”, cuando millones de jubilados –dentro de los cuales están las víctimas que votaron a su propio victimario— verán extinguirse sus vidas en los próximos años, sin “haber podido llegar ni al umbral del ‘paraíso prometido’ por una persona que está desquiciada siquiátricamente”. Entonces, cuando la bomba les explote en las manos, recién creerán, pero será tarde para lágrimas.

A partir del 10 de diciembre lo verás en toda su dimensión, porque anoche también lo dijo: “No hay lugar para la gradualidad. Aplicaremos las medidas que hemos explicado y reiterado en todos los foros y debates donde hablamos. Se viene una nueva Argentina”.

Con los nombres que circulan en el Ministerio de Economía: Sturzenegger, Roque Fernández, López Murphy, Caputo, etc., –todos lacayos de las corporaciones norteamericanas, británicas e israelíes— no es nuestro propósito llevar intranquilidad a nuestros lectores, sino de sincerar una situación que va a llevar al país a una de sus crisis más agudas de su historia.

Lo decimos y no nos callamos ni callaremos nunca.