TODAVÍA LES SIGUE ARDIENDO EL CULO: ayer salieron como de un “festival de la tristeza” a tratar de desmerecer las casi 200 mil personas en Plaza de Mayo, que jubilosamente festejaron

La felicidad del pueblo no puede ser tergiversada de ninguna manera. Militantes de todos los estratos y de diversos lugares del país festejaron juibilosamente el Día de la Militancia Peronista. (Foto: diario Textuales).

Parte del discurso del presidente Alberto Fernández, donde trazó agenda política de acá al 2023. (Video Presidencia-Twitter).

 

BUENOS AIRES (Especial-EL SOL ABC). Bastaba ver cómo estaban sacados los lacayos de EE.UU., que con sólo mirar TN o luego ver los tuits de algunos de ellos, como el de María Eugenia Vidal, para tomar la real dimensión de “cómo una decisión del campo nacional y popular, de festejar el Día de la Militancia Peronista, que para ellos fue un ‘horror, un doledero de culos’ “, que dijo en cuenta de Twitter: ‘Insensibilidad’ y ‘sordera’. Eso transmite el Gobierno Nacional con la marcha de hoy. Sólo alguien que está sordo y que es insensible puede festejar una derrota en una Argentina que duele”.

Eso, por una parte. Pero por el otro ver a los cronistas de TN o a los conductores de “A Dos Voces” tratando de mellar la felicidad del pueblo, que ayer en un número estimado a las 300 mil personas, que superó ampliamente las expectativas de los organizadores, se dio cita en Plaza de Mayo para cantar, saltar, reír, hacer pogo, comerse un choripán, para disfrutar el día. En una parte de la transmisión del canal de Magnetto se entrevistó al analista político Sergio Bernstein, quien, sin tomar dimensión, dijo: “No importa cuánta gente haya en el acto de hoy. Lo importante, es la cantidad de votos que cada uno saca en las urnas”, desmereciendo la alegría de la gente.

O luego, la archirrecontra antiperonista Sandra Borghi salió a la caza de micros, que había trasladado a tanta gente, que para ellos “fue una sorpresa total”. Pensaban que el Peronismo estaba muerto. Hasta daba risa verla caminar por la avenida 9 de Julio, cuando ya todo el tránsito había vuelto a su normalidad. Buscaba que “haya peleas, líos, desorden”, tal “como lo había planteado en un comunicado en las redes la embajada norteamericana”, pero que no se dio porque la gente fue a festejar su vida misma, el salir de la pandemia, la posibilidad de soñar, que lo que nos tenía aprisionados a los argentinos ha roto cadenas y se manifiesta todo un horizonte lleno de esperanzas. Y al final la Borghi tuvo que decir: “Ya no hay micros…creo que por allá se ven algunos…”; pero eran los del servicio normal en la Ciudad de Buenos Aires.

Si uno hacía un recorrido, por los canales o medios opositores, buscaban poner al espectador en contra de la alegría del pueblo, diciendo que porque ellos lo dicen “no había que festejar ni darse esos minutos para bailar las cumbias de Los Palmeras”. Una aberración, que sólo cabe en mentes enfermas.

Hay una receta ideal para todo ello: vaselina ultra o aloe vera.