CHIVILCOY, Buenos Aires (Especial para EL SOL ABC-Por Servando Sanmartín). Por aquellos días febriles de 2015, cuando no se había oficializado quién o quiénes serían los candidatos oficiales del Frente para la Victoria, Florencio Randazzo tenía casi todos los porotos para ser ungido por Cristina como “el candidato”. Su trabajo al frente del Ministerio del Interior y Transporte había sido casi impecable, y la carnetización con el nuevo DNI había sido destacado por todos, como asimismo la puesta en valor de la renovación, por lo menos en la provincia de Buenos Aires, de los trenes y vías de Ferrocarriles Argentinos.
Hasta allí nadie había osado hablar del currículo de Floro, como le dicen algunos de sus íntimos, ni “había aparecido en los grandes titulares de denuncias de Clarín y La Nación”, ni tampoco “había motivos porque era un funcionario muy trabajador y cumplía cabalmente las órdenes de la entonces Presidenta de la Nación”. No había motivos para sospechar. Además, en todos los actos del Gobierno, siempre estaba adelante y en varias ocasiones la misma Cristina “valoró el trabajo de Randazzo”. Así que todos hablaban de que Floro era número puesto para ser presidente.
Y dicen todos, por los corredores políticos, que una tarde alguien le chispoteó al oído a Cristina: “El Floro es uno de los agentes infiltrados de Magnetto en el Gobierno, por ende, de la embajada norteamericana”. Fue eso lo que determinó que “a Randazzo le retiraran la confianza, que una vez casi queda al descubierto cuando en un acto político Randazzo niega darle la mano al vicepresidente Amado Boudou, el cual ya registraba una intensa campaña de desprestigio como de denuncias por el caso Ciccone y su ‘relación con Vanderbroele’ en Clarín y La Nación y sus redes de medios mercenarios al servicio de la embajada norteamericana”. Ese fue el primer llamado de atención para Cristina y el entorno presidencial. Allí a la ex presidenta le “quedó la espina”.
A cara descubierta
Hoy a cara descubierta Florencio Randazzo se define un “nuevo agente neoliberal al servicio de las corporaciones sin ningún prurito”. Pareciera que el descubrimiento de su ahijadazgo con Magnetto fue un misil tierra-tierra en su corazón de agente infiltrado. El ya se veía presidente, porque quizás lo hubiera sido con el apoyo de Clarín, pero sólo era un “caballo de Troya” en los equipos de trabajo de Cristina Kirchner.
Y quedó totalmente expuesto cuando El Agora Digital denunció en su edición del 29 de junio pasado que “el abogado Pablo Casey, sobrino del CEO del Grupo Clarín Héctor Magnetto, ya trabaja en la campaña electoral de Florencio Randazzo.
’’Casey es hoy gerente de Relaciones Institucionales en el diario, nacido en Chivilcoy y amigo de Randazzo. De allí que el multimedio siempre protegió al ex ministro de Transporte de cualquier carpetazo. Fue el único ministro de Cristina Kirchner que jamás fue denunciado en la justicia, como habitualmente hacían los medios hegemónicos y el macrismo.
’’La candidatura de Randazzo tiene como única finalidad sacar 4 ó 5 puntos para debilitar al Frente de Todos que en la última elección le saco 15 puntos a María Eugenia Vidal.
’’El ex ministro de Transporte traicionó dos veces al peronismo. La primera vez en el año 2015 cuando no quiso enfrentar a Daniel Scioli. En aquel momento CFK aceptaba una interna entre la fórmula Scioli-Zannini frente a Randazzo-Kicillof, pero se aceptó para no perder. Fue en ese momento que la ex presidenta le ofreció que vaya como gobernador por la provincia de Buenos Aires y también dijo que no”, sentenció la nota de El Agora.
Hoy ya sin “barbijo” se declara “totalmente antiperonista y con burdas mentiras se opuso tenazmente a la aprobación del Presupuesto Nacional 2022, poniéndose del lado de ‘la armada brancaleone’ construida desde la embajada norteamericana en el país”. Un esbirro común resultó ser este agente encubierto de Clarín, que, desde el mandato de Macri, su estudio contable de Chivilcoy le realiza los balances a la empresa agroganadera de la familia Magnetto.
