NO PODEMOS, LOS ARGENTINOS, SER PRISIONEROS DE LAS MAFIAS

Más falsos no se consiguen. Les mintieron a la sociedad. Ingresaron sólo para ponerse junto a los poderosos. Parecieran distintos, pero son lo mismo. La fotografía en el Congreso parece darnos la razón. Animales sueltos que la juegan de diputados, pero que sólo ingresaron para defender sus intereses personales. Y son parte de la mafia que nos tiene rodeados a los argentinos. (Foto: Twitter).
Nos hemos acostumbrado a que el Estado nos resuelva los problemas. Nos hemos acostumbrado a agachar la cabeza y a ver lo que nos pasa por las páginas de los diarios o en los programas de TV. Y es por ello, dada nuestra confianza, que las mafias compuestas por usureros, evasores, ladrones de guante blanco, jueces corruptos que son amparados por un puñado de lúgubres también corruptos jueces de la Corte, a la que adscribe también un puñado de antiargentinos que vive como ameba de los nombrados anteriormente, pero que han tenido la osadía de formar un partido que los represente, se sienten poderosos y nos gritan en la cara que ellos van a manejar nuestro país, el que nos legaron San Martín, Belgrano, Güemes, Rosas, Moreno, Peñaloza y Quiroga.
Estamos sometidos a un conjunto de impericias y maledicencia de parte de los políticos que conforman Juntos por el Cambio, que tienen la osadía de dirigirse al pueblo de la Nación como si no fueran parte del desastre económico y social al que nos han sometido luego de la aventura política de ponerse al frente del país.
Ayer vimos cómo Fabián de Sousa, uno de los socios propietarios del grupo Indalo, con pelos y señales describió la penosa como arbitraria situación que le tocó vivir, junto a su familia, lo mismo que su otro socio Cristóbal López, por la decisión de un sujeto como Mauricio Macri y su Mesa Judicial, que casi hicieron desaparecer sus empresas con el solo fin de apropiárselas. Entonces, señores, todo está mal y lo va seguir estando, cuando no arbitremos las medidas necesarias para revertir esta situación harto dañosa para el conjunto de la sociedad.
Es hora de esgrimir, en conjunto, la sociedad entera mayoritaria, voces fuertes que expresen en todos los frentes que esto no puede continuar así. Porque acá nos jugamos el futuro de nuestra heredad, que piensa que el suelo que pisamos nos pertenece y que debe ser conducido fuera de toda esta lacra que le hace mucho daño a los que pretendemos apostar por una Argentina justa, libre y soberana.
Si no tomamos decisiones urgentes, van a comenzar a exhibirse otros Cristóbal López, otros Fabián de Sousa, como trofeos de una lucha perdida porque no supimos hacernos sentir.
Los discursos son muy buenos, pero mucho más efectivos son los hechos, que conminen a estos grupos mafiosos a desistir de diabólicos proyectos que nos encaminan a ser lacayos de nuestros miedos, de nuestras desesperanzas.
Hoy los vemos jugar con nuestra democracia, como esperando que el pueblo se levante y salga a las calles a reclamar a la democracia. El Congreso es el más palpable ejemplo, donde un grupo de forajidos disfrazados de diputados de la oposición no quieren debatir ni aprobar un presupuesto nacional que es para el bien de todo el país.
Están jugando con fuego y en ese fuego, quizás los primeros que se quemen sean ellos.
Debemos decirles basta. Y en esta batalla de todos los días tienen que aparecer los partidos políticos que quieren un país serio y responsable, las organizaciones del trabajo, las organizaciones sociales y el pueblo en general para decirles a las mafias que deben irse del país o quedar detrás de rejas por los hechos delincuenciales que cometieron contra la ciudadanía en general.