CULTURA: los últimos descubrimientos de Nanque

La creatividad de esos pequeños mundos que no conocemos. Como esta vidriera en Cafayate. (Foto: EL SOL ABC).

Es difícil no emocionarse con Dimash, el joven kazajastano.

O Angelina Jordan, desde Noruega nos muestra los hermosos colores y tonalidades de su bella voz.

SALTA (Especial para EL SOL ABC). No todos tienen la fortuna de Nanque, que en este tiempo de apartamiento, de freno universal, encontró o redescubrió otros pequeños mundos, que los habitó y que hoy los vuelve a transitar de mano de la memoria.

Nuestro columnista especial les presenta su descripción de su cuarentena, que es tan parecida o igual que miles de historias vividas hacia dentro del seno de familias que se están redescubriendo ahora. No todo está perdido nos dice el escritor, el buceador, ni todo tan malo. A veces de lo negativo se puede sacar algo bueno. Lo ideal es que nos demos cuenta. Así por ello Nanque comparte con nuestros lectores, lo que sigue:

Descubriendo pequeños universos ultraoníricos

Por Nanque, El Viajante en cuarentena (April-XVIII-MMXX)

 

Millones de gestos que se descubren, millones que se esconden, es invertir los tiempos que se desperdigan por millones de caminos infinitos. Así voy, sin amilanarme, tras de nuevas cosas para inventar donde todo está inventado. Me pregunto, me reitero: ¿qué es lo que no se ha inventado todavía? ¿El espacio que Einstein transformó en tiempo? ¿O el repulgue de las armoniosas empanadas de mi Vieja, que cada vez la veo más Viejita? ¿O cómo hacer para cosechar tantos limones de una fiel y siempre verde plantita, que siempre tiene escondido uno? ¿Cómo atesorar tanto perfume de flores que nos esperan en el día y que en la noche duermen su transmigración hacia un nuevo retoño? Lo sigo intentando, como un rezo, como una oración, hacia la Inmensidad, hacia el Creador, que sin darme cuenta me halla a veces despierto, otras veces durmiendo, en horas infinitas, donde el Tiempo no existe. Quizás desde ese manojo de fuego gigante donde todas las horas nos mantiene atados a un camino invisible que se llama órbita, nació esa orden para detener al Gigante de ojos rasgados inventando lo malévolo para quitarnos la vida. Algunos lo conocen como Averno, otros  como Infierno. Pienso, ¿y por qué no invento el halo de luz que nos manifieste pleno al hacedor de esta  plaga, que nos va haciendo caer como fichas de dominó, para enfrentarlo con todos los hombres y mujeres del mundo? Sólo para verle la cara de satisfacción o de insatisfacción.

Hay tantos inventos todavía no descubiertos, me digo; para insistir en uno nuevo. Pero de pronto comienzo a descubrir otros que ya están realizados y que los tenía olvidados, perdidos, que me hacen olvidar los nuevos inventos que quiero realizar. Y me centro en ellos. Por ejemplo, escuchar en la radio el “Cantares” de Joan Manuel Serrat, enseñorearme con la pintura mágica de la pluma de Juan Rulfo cuando describe esa ciudad de fantasmas que es Comala, o escucharlo o leerlo en alguna nota que releo o veo de Galeano. Lo mismo me pasa con Juan Gelman, o con Juan Carlos Onetti, o con el Aleph de Borges. O descubrir mis amarillentos escritos en tantos alegres, tristes, cálidos paisajes que quedaron en otros universos. Pero me detengo, entre letras media chuecas y con distintos colores, los regalos más grandes e inolvidables de mis hijos, que decían en una hojita pobre pero llena de amor: “Feliz cumpleaños Papá, te queremos mucho”. Las fotos de ellos niños en viajes interminables como mi locura. O encontrar otra vez los guiones y lucidez de algunos directores al filmar películas que hoy son clásicos, con actuaciones que te reviven el alma. Hoy puedo auscultar los gestos, los tonos, de tan buenos actores.

O la magia de la modernidad que nos pone delante de los ojos ávidos a niños y jóvenes prodigios como la hoy señorita noruega Angelina Jordan, o el kazajastano  Dimash Kudaibergen que impacta por la tonalidad y registros que alcanza. Lágrimas ñatas que pincelan la emoción por el arte.

Lo mismo pasa con el recuerdo, que hallo en otro mundo que es la televisión, cuando descubro en Canal Volver en un programa sabatino la anécdota en el programa del tan buen conductor que fue Leonardo Simmons, cuando “se presentó Leonardo Favio agradeciendo a Martín Karadagián, donde dijo: _ Gracias a este hombre que es Karadagián pude tener en mi niñez esos momentos felices, de los pocos, cuando estaba en el hogar El Alba internado, y sabía ir a visitarnos y hacernos creer que se comía una vaca y todos los caramelos del mundo y que por eso era fuerte. Y gracias por darme esta oportunidad, ya de grande recordar y agradecerle a Martín; que tengas un vida inmensa y muchas gracias, señor”. Me dije, qué tipo tan bueno y tan lúcido que fue Favio, por la forma y por la memoria. Un deleite.

El último del baúl, es uno de los premios más grandes que recibí como profesional y que va a viajar por los mundos que todavía no he descubierto y que son infinitos, creo. Mucho más grande que el Pulitzer. Fue cuando una noche me llamó al programa de radio que hice, una señora mayor para agradecerme por la compañía que le daba al escucharme en un bloque del mismo donde leía novelas. Me dejó temblando de la emoción interminable: _ Señor quiero agradecerle de corazón por su programa; era un deber llamarlo para decirle mil veces gracias; usted sabe que tengo la radio con dial en el mismo lugar; cuando llega las 21, les pido a mis familiares que no me molesten y escucho con mucha alegría y atención. Más cuando comenta y lee alguna novela de los grandes escritores, que lo hace por partes y me hace revivir mis años jóvenes. ¿Sabe? Soy ciega. Usted me llegó como un ángel del cielo. Muchas gracias, se lo quería decir. Lágrimas de emoción y casi mudo me quedé; y ahora que vuelvo a esa noche mágica, más todavía.

Las manos de Dios tienen caminos insondables. Casi, como que instigó al malévolo creador de la plaga. Había que detener el mundo. Había que ayudarnos a redescubrirnos, para que no soslayemos los muchos mundos que están todavía guardados dentro de la memoria y del hogar.

Hoy los jabalíes salieron pasear por las calles de Barcelona.