COLOMBIA DUDA: entre Hernández, títere de EE.UU., o Petro, con cambio radical hacia Latinoamérica; en juego: el negocio narco y bases militares norteamericanas

Gustavo Petro y Rodolfo Hernández juegan el futuro de Colombia en el balotaje. (Foto: Infobae).

BOGOTÁ, Colombia (Especial para EL SOL ABC-Por Vanina Del Río). Pobre mi Colombia, pobre mi pueblo apaleado por una burguesía corrupta apalancada por el narcotráfico y por las bases norteamericanas. En una suerte de “pacto con el diablo”, ésta está instalada en Medellín, Bogotá y Cali, donde además cada una de ellas es diferente a la otra. Cada una no quiere parecerse a la otra. Son varias colombias dentro de una.

Dentro de todo este contexto hecho a la medida para que la devoren como ratas devoran un queso de fino aroma por parte de norteamericanos e israelíes, que sobreviven invisibilizados porque el gran botín que sueñan volver a tener es “El Dorado” (Venezuela), que alguna vez fue de ellos, pero que ahora el chavismo los despertó de su letargo, vive una gran masa que pide su liberación, pero no sabe “de qué”. Y eso pasa, porque fue domesticada como un perro. Está confundida, está drogada. Le hacen mirar mundos ilusos que sólo se da en las películas con las que envenena Hollywood.

Así en esas condiciones, mi pueblo, espera las elecciones de mañana. Donde el poder dinerario del narcotráfico, que cerró el paso de la campaña a bases de tiros y bombas como paros, hace una parte. Por el otro los paramilitares que tienen parte del jugoso botín, que es trabajar como sicarios para hacendados y corporaciones agrícolas. A lo que hay que agregar, el pueblo mismo, que es el más pobre y el que le pone sudor a la camiseta todos los días, y desde donde ha derivado la milicia popular guerrillera, que quiere defender lo poco que les dejan los otros elementos pecaminosos del concierto colombiano. Y allí emerge esta elección entre un títere (Hernández), que para colmo es viejo y sin luces, que como eslabón adicional posee un ropaje súper corrupto. Para él lo más importante es el dios dinero; el resto no cuenta. El otro, Gustavo Petro, con más preparación y del lado del pueblo pobre, tiene que hacer maravillas para sobrevivir al poder narco, las corporaciones, fondos de inversión, EE.UU. e Israel. Una difícil batalla que no se ganará si el pueblo no está en la calle todos los días para evitar los sabotajes y boicots que tienen preparados los enemigos de Colombia.

Por eso digo “pobre mi Colombia”, porque debe ser el país de Latinoamérica más expoliado por la ambición de los sionistas mundiales encabezados por los Rockfeller, Rothschild y Morgan, que desde este suelo se permitían controlar y dominar de cerca a la hermana Venezuela. En este suelo, sacan la materia prima para las drogas mundiales para dormir conciencias y atrapar incautos, además de su oro, pero es el gran mirador para controlar los movimientos de Venezuela, que antes que llegara el Cnel. Hugo Chávez al poder, era el lugar preferido para el acampe de los agentes al servicio de Wall Street. Llegando a Colombia se mataba dos pájaros de un tiro: se tenía la droga para el placer y se iba tras los recursos de los vecinos. Hoy esa ecuación ha comenzado a cambiar.

Bueno, mañana lo sabremos. Pero ya nada es como antes. Hoy la roña y la infestación del pueblo de Colombia han salido a la superficie.