SAN PABLO, Brasil (Especial para EL SOL ABC- Por Periodistas Hermanos Latinoamericanos). En un discurso ante millares de seguidores en la avenida Paulista, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, viéndose acorralado por la investigación que inició el STF (Superior Tribunal Federal) por varios hechos de corrupción que lo tienen en el centro de la escena y en la que también están involucrados los hijos del mismo.
En una convocatoria llevada por las Iglesias Evangélicas Cristianas de Brasil y por parte de su cuerpo de prensa, en concomitancia con la central de inteligencia de las Fuerzas Armadas de Brasil, Bolsonaro cargó directamente fuerte acusaciones contra el presidente del Tribunal, Alexandre de Moraes, dejando muy en claro que “los bastardos nunca me encarcelarán. No les tengo miedo”.
Esta situación que en medio de la pandemia se torna todavía peor de caótica y amenazante ha puesto a Brasil al borde de un autogolpe de Estado, que se estaría diseñando en las usinas que llevaron al poder Bolsonaro, luego del golpe contra la presidenta Dilma Rouseff y el encarcelamiento ilegal del ex presidente Inácio Lula da Silva, cuando no había sido probada la acusación del juez Sergio Moro, hoy protegido en EE.UU.
Mientras Brasil se desenvuelve en una fuerte crisis económica, producto de los grandes incendios en el Amazonas lo que hoy produce una de las más fuertes sequías, que está provocando el vaciamiento de ríos en Paraguay y Argentina, que repercute en la menor producción agrícola en varios estados del noroeste y norte de Brasil, siendo el río Paraná el más perjudicado, Bolsonaro con su discurso netamente fascista, llamó a “desconocer la autoridad del ministro de la Corte Federal De Moraes y le exigió ponerse en camino de lo que él y sus ministros ordenen o sino tendrá que ir preso”.
Nunca antes un país, viéndose investigado su actual presidente, salió a cuestionar en la manera que lo hizo Bolsonaro, rompiendo la tradición de Brasil de ser un país democrático, pese a todas las dudas en las elecciones en las que ganó él, igual se respetó lo que determinó el Supremo Tribunal Electoral.
Como antecedente por este discurso, todos los medios destacaron sus anteriores palabras, donde dijo: “Las únicas opciones para mí son: ser arrestado, ser asesinado, o salir victorioso”. Para luego decir que “nunca seré arrestado”.
“Dile, a esos cabrones, que nunca seré arrestado. Mi vida pertenece a Dios. Pero la victoria nos pertenece a todos”.
Luego se parapetó en contra del actual presidente del Superior Tribunal Electoral de Brasil, Luis Roberto Barroso, a quien directamente sindicó de “sinvergüenza”.
Acusaciones contra Bolsonaro desde todos los costados
Las acusaciones por la compra fraudulenta de vacunas, por parte de sus hijos, a lo que se suma el mal manejo de la política sanitaria contra la pandemia, la orden y defensa de la instalación de productores agrícolas en el Amazonas, los que produjeron los más grandes incendios en 2019, y de la que toda la región está siendo afectada y el mismo Brasil. A lo que se agrega su participación en el golpe contra el ex presidente Evo Morales en Bolivia, conjuntamente con su par argentino Mauricio Macri, quien ya fue eyectado del poder por la votación de 2019, son algunos de los temas que revuelan en Brasil y que muy bien ha tomado como parte de su campaña de regreso el ex presidente Lula, que según los sondeos es ampliamente favorito para derrotar en las urnas al régimen antidemocrático de Jair Bolsonaro.
Todos los canales del mundo mostraron las concentraciones en favor de Bolsonaro, pero no mostraron a las que, a las mismas horas, en distintas capitales estaduales de Brasil hicieron los partidos de oposición al actual jerarca brasileño.
Desde el STF salieron a decir que “este Sete de Setembro es una señal de su aislamiento político, que vienen prediciendo desde los mismos ministerios de Gobierno, y que de cara al 2022, él depende del STF y del Congreso para liberar fondos y para aprobar sus proyectos de gobierno”.
