ARGENTINA SIN PODER JUDICIAL: sólo una partecita, que lo utiliza para ataque y defensa; el más claro ejemplo: la reunión en Lago Escondido de jueces pagados por Clarín y el veredicto cantado contra Cristina

El país en manos de la Mafia judicial-empresarial. (Foto: La Opinión R.N.).

BUENOS AIRES (Especial para EL SOL ABC-Por Servando Sanmartín). Es un dolor y es un duelo. Es como participar en el velorio de nuestro propio cuerpo. Y que, además, que no pase nada; como si esa muerte no le interesara a nadie. Somos tan pusilánimes los argentinos. Que no nos corre sangre por las venas.

La situación de los temas tratados por los jueces que trabajan para el grupo Clarín —holding extranjero con personeros cipayos locales— ha enterrado para siempre al Poder Judicial, porque no es la Justicia la que esté estiercolizada, sino la trama que envuelve a abogados, fiscales, secretarios, jueces, supremos, que han “visto el negocio que es pertenecer o recibir órdenes”, a lo que suman su propia pizca de “odio hacia lo popular y nacional”, cuando “no hicieron ningún mérito por el país”. Son esos zánganos que se relamen con la miel trabajada por otros y otras.

Hoy se va a dar un veredicto judicial en contra de la academicidad, en contra de la biblioteca, en contra de los estatuido, en contra del sentido común, que nos deja al pueblo de la nación sin defensas y con el mayor oprobio en la Historia contra los DD.HH. de las personas. O sea, de nosotros.

Alguna vez, en ocasión del juicio de las juntas militares, los jueces y fiscales –todavía no manchados y podridos como los actuales— gritaban a todo el país el famoso: “NUNCA MÁS”. Y hoy es grito ha sido enterrado y tapado por ríos de tinta y de voces que trabajan para los enemigos del país.

Lo único que no saben estos esbirros de la locura, que ellos mismos han cavado la fosa donde han de perecer para siempre. Porque esta multiplicidad de la carroña en que han convertido al Poder Judicial no servirá para defender sus propios feudos y sus propios intereses; porque ellos mismos embarrados por la barbarie, descreerán de lo que crearon.

Hace unos cinco años aproximadamente el columnista Vicente Durán Casas escribió para El Tiempo de Bogotá: “Verdad y justicia son dos conceptos con capítulo propio en la historia de la filosofía. Desde hace cerca de 2.500 años, los filósofos que se formaron a la sombra de Atenas se vienen preguntando cómo entender ideas tan complejas como verdad y justicia, si entre ambas existe una relación, y qué tipo de relación: ¿están coordinadas, articuladas, o subordinadas? ¿Son independientes? ¿Están llamadas a colaborar, o han de reñir entre sí?

’’Hay filósofos –antiguos, modernos y contemporáneos– que piensan que verdad y justicia son conceptos inseparables, que se requieren mutuamente, de modo que donde no esté uno tampoco podría estar el otro.

’’Para Platón, por ejemplo, ambos conceptos forman parte de la idea de lo bueno, de esta idea reciben legitimidad, consistencia, validez, e incluso belleza. Por eso intentar desvincular o alejar un concepto respecto del otro inevitablemente conduce a desaciertos y equivocaciones teóricas y prácticas, esto es, políticas.

’’También Hegel, muchos siglos después, pensaba que la unidad entre verdad y justicia se alcanza a través de lo que él llamó espíritu absoluto, el único capaz de lograr, mediante la filosofía, la religión, la estética y el Estado, la síntesis de todas las contradicciones, que son el motor de la historia”, razonaba el periodista colombiano.