BUENOS AIRES (Especial-EL SOL ABC). Mostrando un cinismo a prueba de balas, la ex gobernadora Vidal, el ex ministro de Seguridad, Cristian Ritondo y el actual diputado Santilli, como también Patricia Bullrich –que tiene en su haber las asesinatos de Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, los 42 gendarmes que fallecieron en el paraje Galán ruta nacional 34 en 2016 y junto a Macri y Oscar Aguad de la muerte de los 44 submarinistas del ARA San Juan, sin contar las innumerables muertes en estadios de fútbol— salieron a defenestrar al gobernador Axel Kicillof, uno de los gobernadores peronistas con mejor gestión gubernativa del país según análisis de varias consultoras oficialistas y de la oposición.
Mostrando un trabajo coordinado –donde desde hace mucho venimos avisando de la infiltración de “topos” en las fuerzas de seguridad nacionales por parte de los servicios de inteligencia que manejan EE.UU., Gran Bretaña e Israel— entre los topos y la ya consagrada como “agente natural pro-yanqui”, Patricia Bullrich, y estos seudos dirigentes del PRO, que destruyeron el aparato productivo de la Argentina, nada nos puede extrañar que digan que “ellos fueron los mejores gobernantes del mundo y que dejaron ‘presas a las ratas que se comieron 800 kg de marihuana’ en uno de los depósitos de la Policía Bonaerense, cuando Vidal y Ritondo eran los encargados de la Gestapo”, según consignan los informes de la Justicia, luego de la aparición de un video que los muestra tal cual son en la sala de reuniones del Banco Provincia de Buenos Aires digitando cómo se iría a meter presos a dirigentes sindicales: impunes, que no se hacen cargo de sus aberraciones administrativas en contra de los bonaerenses principalmente.
Así sueltos de cuerpo los cronistas de la agencia NA salió a tomar sus declaraciones en contra de Kicillof: “Luego de referirse a la represión llevada adelante por la Policía Bonaerense, Vidal enumeró lo que consideró como logros de su gestión en materia de Seguridad e hizo hincapié en ‘la lucha contra las mafias, narcos y barras relacionados al fútbol’.
En sintonía con los cuestionamientos al accionar policial, el diputado nacional y ex ministro de Seguridad bonaerense Cristian Ritondo precisó: “Otra víctima fatal de la improvisación”.
“Otra familia que llora a un padre cuyo único pecado fue querer ir a la cancha a alentar al club de sus amores. Esta también es la inseguridad en la Provincia de Kicillof”, publicó Ritondo en su cuenta de Twitter.
En sus redes sociales, el diputado nacional de Juntos por el Cambio Diego Santilli subrayó: “El peso de la ley tiene que caer sobre todos los responsables de este desastre. Otra vez, la pésima organización y la inoperancia del gobierno bonaerense queda al descubierto. Mis condolencias a los familiares y seres queridos de César Regueiro”.
También salió a cruzar al Gobierno bonaerense el diputado nacional Mario Negri: “¿Se imaginan si la represión trágica en la cancha de Gimnasia pasara en un gobierno de JxC? El kirchnerismo marcharía para pedir renuncias de las máximas autoridades. Kicillof sólo apartó al jefe del operativo y Berni se lavó las manos. Reyes de la hipocresía y de la inseguridad”.
Pero de lo que se olvidan naturalmente los dirigentes del PRO, según consigna Página 12, en nota sobre Milman, es que “el 17 de abril de 2017, Emanuel Balbo, de 22 años, hincha de Belgrano de Córdoba, fue arrojado desde la tribuna por otros hinchas del mismo club durante el clásico con Talleres. Falleció luego de dos días, a raíz de los golpes que le produjo la caída. El joven fue golpeado y empujado contra una baranda que da a una de las bocas de acceso de la tribuna, hasta que cayó y sufrió una seria lesión en la cabeza. El 6 de diciembre de 2018, Sergio Confalonieri, de 55 años e hincha de Rosario Central, falleció por la represión policial en Mendoza, en la final de Copa Argentina. Sufrió un paro cardíaco a raíz de los gases lacrimógenos que recibió en su rostro. Confalonieri se descompensó en medio de la represión policial mientras intentaba proteger a su hijo de una carga a caballo de los uniformados y en medio del humo producido por gases lacrimógenos. ‘Sergio estaba con su hija y con otros dos hijos, el menor de 16 años, haciendo fila. Estaba todo tranquilo y la Policía empezó a agredir a la gente con gas pimienta y palazos. Le tiraron los caballos encima al hijo más chico, que es de contextura pequeña, y Sergio, la persona más tranquila del mundo, se sacó: empezó a gritar a la Policía que parara y no paraban. Ahí se descompensó’, contó un testigo”, editó el matutino porteño de tirada nacional.
