CONTEXTO POLÍTICO: con lo revelado por C5N se confirma hipótesis de EL SOL ABC, sobre la participación de la CIA en atentado contra Cristina y que nota de Infobae corrobora

Con Cristina instalada en Juncal y Uruguay, a la CIA no le costó nada entablar contactos con Ximena Tezanos Pinto. Pero todo tiene que ver con todo: por qué nunca fue preso Stornelli, por qué Bullrich hizo lo que hizo con la desparición de Santiago Maldonado y de por qué se agita el conflicto con los mapuches en el sur. "Acá 'tamos", dice la foto presentada por Enorsai (Foto: Enorsai).

BUENOS AIRES (Especial para EL SOL ABC-Por Servando Sanmartín). Anoche el programa Minuto Uno, de C5N, reveló sendos chats por WhatssAp entre Brenda Uliarte y un “tal David”, que se “declara agente de la DEA y parte de los servicios de la embajada norteamericana en el país”, a lo que Gustavo Sylvestre, asombrado, por la revelación hecha por Juan Amorín, dijo: “Por esto ya debería estar emitiendo comunicado la Embajada de EE.UU. en el país y su embajador Stanley. Muy grave, gravísimo”.

Este parteaguas en la investigación da certidumbre a la rápida participación en la investigación al “topo” de la CIA, Gastón Marano, que funge como abogado defensor de Nicolás Carrizo, el “coordinador general” de la banda de sicarios conformada para hacer desaparecer a la actual Vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner.

 

Las hipótesis no nacen así porque sí

El camino revelado por sendas notas de nuestros compañeros de EL SOL ABC, es porque hay conocimiento y lectura permanente de textos, archivos propios e hilos investigativos que se siguen conforme el desarrollo de los acontecimientos.

Entonces, no se necesita mucha sagacidad para comprender el contexto político que se vive, donde EE.UU. está perdiendo indefectiblemente su rol de “potencia suprema del mundo” y en esa situación, donde sus principales socios como Gran Bretaña, donde está incluida la corona, e Israel sus monedas fueron descubiertas infraganti que “no tienen el respaldo real que decían que tenían” y entonces el mundo real, del comercio real, está corriéndose hacia Oriente Medio y Oriente. Todo bajo un garrafal error de querer destruir a Rusia, que en Siria se descubrió mucho más potente que EE.UU. militarmente, y crear una guerra en Ucrania, que más está perjudicando a EE.UU. y Europa.

Por esta desesperación, es que EE.UU. ha salido, ya casi sin máscaras, a apretar los torniquetes en los países que todavía maneja a su arbitrio, como el caso de Argentina, y para ello hay que hacer desaparecer “los estorbos”, por lo menos “retenerlos” o defenestrarlos mediante las causas armadas por jueces que dependen directamente de la Embajada de EE.UU. en Buenos Aires. Allí se circunscribe el caso de Cristina Kirchner, por ser la principal líder el Peronismo.

 

Es bueno tomar en cuenta

Para corroborar todo lo expresado, a usted amigo lector le conviene leer la nota escrita por Claudia Peiró, el 19 de septiembre pasado, para el portal Infobae, [1] donde describe de cómo la CIA infiltró a Juan Domingo Perón y el derrotero que siguió tras “tras su forzado abandono de su gobierno democrático, tras el golpe de junio de 1955, con más de 360 muertos en Plaza de Mayo”, en otro golpe mortal a la Argentina por parte de la Central de Inteligencia Americana (CIA).

Perón y John William Cooke, ya en el exilio. (Foto: Infobae).

Esto es lo que escribió al respecto Peiró para Infobae: “La historia del hombre al que Perón nombró su sucesor y la vez en que la CIA allanó su casa con una máquina de rayos X El 2 de noviembre de 1956, Juan Domingo Perón designó, por única vez en su carrera política, a su delegado, su heredero: “En caso de mi fallecimiento, en él delego el mando”. Hablaba de John William Cooke, un peronista de izquierda que intentó convencer al General a instalarse en La Habana tras su derrocamiento. A 54 años de su muerte, la historia de un hombre singular A John William Cooke le decían “el Bebe”. El sobrenombre le valía por haber sido el diputado más joven de la bancada peronista en 1946: cuando Juan Domingo Perón llegó por primera vez a la presidencia de la Nación tenía solo 27 años. De ascendencia irlandesa, había nacido en La Plata el 14 de noviembre de 1919, y su padre era un ex referente radical que se había sumado al gobierno de Edelmiro Farrell en el área diplomática. Murió, 48 años después, por un cáncer fulminante en el Hospital de Clínicas de la Ciudad de Buenos Aires. Nunca supo que agentes de la CIA habían instalado un sistema de escuchas en su departamento de Montevideo para prevenir posibles atentados. Pero esa operación de espionaje que lo tuvo como blanco ocurre cuando Cooke ya no era un “bebé” de la política. Su historia presume de una singular biografía. Cumplido su primer mandato de diputado, se dedica a su profesión, la abogacía, y a la docencia. En 1954 lanza una revista, De Frente, en la cual inicia la que será una de sus principales actividades: escribir. Pero no era sólo un hombre de letras, también era un hombre de acción. Cuando la Marina bombardea la Plaza de Mayo en junio de 1955, en un primer intento de derrocamiento de Perón, corre arma en mano a defender el gobierno. Perón lo convoca entonces y lo nombra interventor del Partido Justicialista de la Capital Federal para reorganizarlo. Pero a los pocos meses se produce el golpe de septiembre del 55, autodenominado Revolución Libertadora. Cuando Perón está en el exilio en Paraguay, Cooke es uno de los primeros dirigentes que se pone a sus órdenes y que, junto con César Marcos y Raúl Lagomarsino, organiza el primer Comando Nacional de la Resistencia. De hecho, este peronismo de la clandestinidad –forzada por la persecución y proscripción al movimiento, sus referentes y sus símbolos– estuvo inicialmente en manos de cuadros de segunda línea que ocupan el lugar dejado vacante por los más veteranos, algo apoltronados. “Mis dirigentes estaban demasiado adocenados para ser eficaces”, dirá luego Perón. Muy pronto, en octubre de 1955, Cooke es arrestado y encarcelado en la ya desaparecida Penitenciaría de la avenida Las Heras (hoy un parque). Durante el siguiente año y medio, será “paseado” por diferentes cárceles del país –Ushuaia, Río Gallegos, Caseros en la Capital, de nuevo la Penitenciaría, de nuevo Ushuaia y finalmente Río Gallegos–, en un periplo que incluye un simulacro de fusilamiento. El 17 de marzo de 1957, el Bebe Cooke se fuga hacia Chile desde la cárcel de Río Gallegos, en compañía de otros peronistas encarcelados como él luego del derrocamiento de Perón: el empresario Jorge Antonio, el futuro presidente Héctor Cámpora, el activista nacionalista Guillermo Patricio Kelly, el ex secretario general de la CGT José Espejo y el ex diputado y dirigente sindical petrolero Pedro Gomis. Desde mediados de junio del 56, Cooke y Perón habían logrado establecer contacto epistolar pese a estar uno encarcelado y el otro desterrado. En Caracas, el 2 de noviembre de 1956, Perón redacta un documento mediante el cual por única vez en toda su trayectoria política designa no sólo un delegado sino un heredero. Por ese documento, autoriza al “Compañero Doctor John William Cooke (…) actualmente preso por ser fiel a su causa y a nuestro Movimiento” a asumir su representación en todo acto o acción política. Cooke queda investido de la autoridad delegada por Perón ante “la totalidad de las fuerzas peronistas organizadas en el país y en el exterior”. Y lo más contundente: “En caso de mi fallecimiento, en él delego el mando”. No era una posibilidad del todo remota. Poco después, en marzo de 1957, Perón se salvó por casualidad de morir en un atentado (una bomba hizo volar el auto en el que debía desplazarse). En carta a Alejandro Leloir, último presidente del PJ, fechada en marzo de 1957, Perón explica su decisión: “El doctor Cooke fue el único dirigente que se conectó a mí y el único que tomó abiertamente una posición de absoluta intransigencia. (…) En los primeros días del año 1956, perdidos todos los contactos con los dirigentes de la Patria, mientras estaba exiliado en Panamá, establecí conexiones y enlace con el doctor John W. Cooke (…) Fue por su intermedio que pude vivir la situación y hacer llegar mi palabra a los compañeros de todo el país”. Tras la fuga, Cooke permanece en Chile desde donde establece una correspondencia regular con Perón a quien visita en diciembre de 1957 a Caracas, Venezuela. Allí se producen las conversaciones con Rogelio Frigerio que llevan a la firma del pacto Perón-Frondizi, por el cual el líder peronista ordena a sus bases votar la fórmula de esta corriente radical disidente a cambio de la promesa de que Arturo Frondizi, una vez en la presidencia, levantaría la proscripción del peronismo y de su líder Juan Perón. Cooke fue uno de los negociadores y firmantes del pacto. A comienzos de 1958, se muda a Montevideo para seguir de cerca los avatares de este proceso. Seguía proscripto en Argentina. El 23 de febrero triunfa la fórmula Frondizi-Gómez. Fermín Chávez cuenta una anécdota de ese año: interrogado por los periodistas sobre si creía que Perón volvería al país, Cooke responde que no tiene la menor duda. Pero cuando le preguntan: “¿Podría señalar la fecha?”, él dice: “Yo soy político, no adivino. Sólo puedo afirmar que Perón regresará”. En una carta, el líder exiliado, conocedor de las dificultades del ejercicio de la conducción política, le escribe: “El hombre necesita ser mandado, pero nadie le reconocerá semejante cosa, y menos aún que usted sea el hombre indicado para hacerlo”. En efecto, el nombramiento de Cooke había generado celos y rivalidades y constantemente otros referentes trataban de “puentearlo” buscando un contacto directo con Perón para desautorizar a su delegado. Los avatares de este proceso están reflejados en la correspondencia entre ambos publicada en dos tomos que son un verdadero clásico del arte de la conducción, además de que permiten reconstruir el pensamiento de una época. El fracaso del pacto y las desinteligencias al interior del peronismo, que Cooke no logra controlar, lo van desgastando y distanciando de Perón. Pero será su viaje a Cuba, donde acaba de triunfar la Revolución castrista, lo que alejará definitivamente a Cooke, no del peronismo, pero sí del dispositivo de conducción de Perón. Sin embargo, no habrá ruptura ni críticas públicas entre ellos. Cooke se enrola en la corriente del llamado peronismo revolucionario; es más, será en buena medida el ideólogo de esa tendencia, a través de los varios ensayos y artículos que escribió. Apuntes para la militancia y Peronismo y revolución, entre otros. En los años inmediatamente posteriores a la Libertadora, Cooke había creído en la inminencia de una insurrección popular y generalizada en la Argentina que habilitaría el regreso de Perón. También el General parece pensarlo así por momentos según se desprende de la correspondencia intercambiada entre 1956 y 1960. Pero cuando esas esperanzas se frustran, Cooke no se muestra dispuesto a seguir el consejo de Perón (“desensillar hasta que aclare”) y se deja seducir por el modelo de la Revolución Cubana y la opción de la lucha armada. Para Perón, entre sangre y tiempo, la opción era clara. No promovía la lucha armada como vía para acelerar aquello que debía lograrse con tiempo y organización. No creía que la realidad fuese una materia que el hombre podía moldear por la sola acción de su voluntad. Para él, existía, un destino, una evolución, una historia en la cual actuar y a la cual adaptarse, buscando los mejores instrumentos para protagonizarla. Pero había momentos en que esa historia marcaba la necesidad de un renunciamiento o de una pausa. “El tiempo todavía trabaja para nosotros. ¿A qué entonces querer remplazar al tiempo con una aventura?”, le había escrito una vez a Cooke. Cooke, en su entusiasmo con la Revolución Cubana, intenta convencer a Perón de la conveniencia de instalarse en La Habana. Durante su exilio, el líder peronista mantuvo interlocución con muchos países, incluida la URSS. Pero la diferencia entre hablar y ser integrado a un sistema pasaba, entre otras cosas, por no aceptar la intermediación de Cuba en esa relación. En 1967, estando ya cercano su prematuro final, por una enfermedad, Cooke trazó la siguiente caracterización del líder exiliado: Perón es el máximo valor de la política democrático burguesa en Argentina, un premarxista que por inteligencia o conocimientos generales sigue la evolución que toma la Historia y simpatiza con las fuerzas que representan el futuro, lo cual no significa que sea en este momento el destinado a trazar una política revolucionaria…”. Un párrafo que sintetiza la evolución del pensamiento de Cooke. Perón no era pre-marxista; su pensamiento siempre corrió paralelo al marxismo. Su filosofía buscaba superarlo. No lo consideraba la solución apropiada a los abusos del capitalismo.

Finalmente, el mismo Pino Solanas, en uno de sus filmes sobre Juan Domingo Perón, desanda una entrevista en Puerta de Hierro (España), donde un joven Pino le pregunta al líder: “¿Usted sabe que López Rega es un agente encubierto de la CIA?”. A lo que Perón le responde: “Sí lo sé; pero es preferible que él crea que no lo sé. Es una forma de controlarlo”.

 

Otro artículo describe cómo se mueve la agencia norteamericana

Este es un artículo publicado por Clarín, el 2 de septiembre de 2001, bajo el título: “ANTECEDENTES: Dan Mitrione, un maestro de la tortura”, [2] que dice:

“El dolor preciso, en el momento preciso, en la cantidad precisa, para el efecto deseado”. La frase pertenece a Dan Mitrione, y sintetiza quién era y a qué se dedicaba este maestro de la tortura de la CIA, a fines de los 60 y principios de los 70 en América latina.

Las enseñanzas de Mitrione en Brasil y Uruguay sobre shocks eléctricos en los genitales, agujas electrificadas clavadas en la piel bajo las uñas, quemaduras de cigarrillos y el lento estrangulamiento, se terminaron con su secuestro y ejecución en 1970 por la guerrilla de los Tupamaros.

El final de su vida fue recreado por el realizador Costa Gavras en su película “Etat de Siége” de 1973.

La presencia de Mitrione en América latina habla de la práctica sistemática de la CIA de intervenir en la región para asistir en la “desaparición” de cualquier amenaza a la seguridad, en plena Guerra Fría.

La primera misión de Mitrione fue crear una “fuerza policíaca” en Brasil, tras el golpe de Estado de 1964. Esa fuerza contaba para 1969 con cien mil policías y 523 elementos “especializados” que recibieron instrucción de EE.UU.

En su libro La Guardia Pretoriana, el ex agente de la CIA John Stockwell escribió: “Se utilizaban películas y material didáctico de diversas técnicas de tortura y eventualmente los estudiantes tenían que practicar. Entonces Mitrione ordenaba secuestrar a limosneros de las calles, que se usaban como conejillos de indias. Cuando se desmayaban, les inyectaban vitaminas y tras dejarlos recuperar, volvían a otra sesión”.

En Montevideo, Mitrione era el jefe de la Oficina de Seguridad Pública. Oficialmente la OPS era una división de la Agencia para el Desarrollo Internacional, pero su director en Washington, Byron Engle, era una mano de la CIA.

Cuando Mitrione se hizo cargo de la OPS en 1969, Uruguay atravesaba una crisis que se traducía en paros, protestas estudiantiles y actividad subversiva de los Tupamaros. El norteamericano prestó su servicio a la policía uruguaya, con métodos de tortura mucho más sofisticados de los que ya se aplicaban. Aconsejaba: Antes que nada hay que ser eficiente. Hay que causar sólo el daño estrictamente necesario, ni un milímetro más. Debemos controlar nuestro temperamento en todo caso. Se debe actuar con la eficiencia de un cirujano y con la perfección de un artista”.

Mitrione pagó con su vida esos excesos cuando fue secuestrado por los Tupamaros, quienes exigían la liberación de 150 militantes en prisión. El gobierno uruguayo se negó, y el maestro de la tortura apareció muerto en el asiento trasero de un auto robado.

 

Referencias:

[1] https://www.infobae.com/historias/2022/09/19/la-historia-del-hombre-al-que-peron-nombro-su-sucesor-y-la-vez-en-que-la-cia-allano-su-casa-con-una-maquina-de-rayos-x/

[2] https://www.clarin.com/ediciones-anteriores/dan-mitrione-maestro-tortura_0_ryHedXwe0Yl.html