ALONSO: “Es muy claro el armado de la causa Cuadernos”

Oscar Centeno, perejil utilizado por la CIA para plantar los cuadernos e iniciar causa a CFK. Hoy los originales desaparecieron, pero volvieron a escribir otros. No quieren los peritajes sobre los mismos. (Foto: Telefe).

BUENOS AIRES (Especial para EL SOL ABC-Por Víctor Ontiveros). En una serie de tuits el prestigioso periodista de investigación Juan Alonso da los pormenores de cómo se “armó la causa de los cuadernos de Centeno” y de algunos de los responsables.

Como se sabe, en la misma la principal acusada es la actual vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, y algunos de sus ministros cuando fue presidenta de la Nación entre 2007 y 2015.

Y es bueno seguir el hilo de los tuits de Alonso, que cuando publica algo es porque tiene información relevante y comprobada:

  • “Causa Cuadernos. Un análisis. La operación nació de la memoria extraordinaria de un agente de Batallón 601 de Inteligencia del Ejército, Oscar Centeno, quien se conecta con un par suyo –también antiguo espía militar- de nombre Jorge Basigalupo. Jubilado del barrio de Belgrano.
  • Basigalupo contactó al periodista Cabot de La Nación, y le acerca las copias de los cuadernos de Centeno. Una trama “Del Doble” de Dostoyevski. Pero sucede que Basigalupo vive en Belgrano y Cabot en Villa Urquiza a unas 30 cuadras de diferencia entre ambos domicilios.
  • Los enigmáticos cuadernos pasaron por una misteriosa alquimia de alteraciones materiales: a) Centeno dijo que los había quemado y que un testigo estuvo presente en la hoguera, b) luego sostuvo que los tenía en una casa, c) más tarde aparecieron copias en manos de Basigalupo.
  • La línea de tiempo aparece sinuosa: en marzo de 2018 los actores de este cuento sostenían que los cuadernos fueron quemados. Aunque Centeno se excusó en que se había confundido y que producto de esa cadencia alquímica, los cuadernos estaban entre su socio Basigalupo y Cabot.
  • Centeno sería un prodigio de la memoria. Escribió poseído para Claudio Bonadío y Carlos Stornelli. Con la participación del presunto agente de EE.UU., Marcelo Sebastián D’Alesio, quien confesó que tenía “órdenes” de infiltrarse en Enarsa, con el objetivo de “buscar mierda”.
  • D’Alessio era amigo del periodista de Clarín, Daniel Pedro Santoro, con quien compartía las fiestas de fin de año y se sacaban fotografías jugando a que eran parte de la CIA y la KGB. Una ficción sueca de Mankell, pero menos amigable. D’Alessio sigue preso. Santoro, libre.
  • Entonces, los arrepentimientos serían una confesión administrativa. Una delación administrada desde el más allá. El juez Claudio Bonadío y el fiscal Stornelli (otro amigo de D’Alessio) fueron los inquisidores de este plan de aniquilación.
  • Apareció el perito trucho, David Cohen, que está procesado por falso testimonio agravado y lo juzgará el Tribunal Oral Federal Número 1. Y se produjo una especie de diseño a dedo de jueces y fiscales con el principal objetivo de conectar como sea a CFK con los hechos en cuestión.
  • La causa GNL -impulsada por D’Alessio y Stornelli-, con el tiempo deriva en una profusión de escuchas ilegales sobre uno de los imputados. Así Clarín vuelve a vulnerar los derechos de la defensa en juicio publicando conversaciones privadas de Baratta con De Vido y su abogado.
  • El tipo de esquema de lapidación pública es idéntico al utilizado por la Gestapo macrista con las escuchas en las cárceles y el seguimiento de espías de quinta napa de la Policía de CABA rotulados como “Súper Mario Bross” en la AFI. No lo escribió Mankell. Y se nota mucho todo.
  • No olvidemos que tenemos que fingir que Centeno tiene vista de rayos X. Que, como chofer, jamás vio qué había dentro de los supuestos bolsos (que nadie encontró, que la plata tampoco jamás se encontró, que no falta ninguna plata dentro de la administración del Estado, etc.).
  • El personaje de “Funes el memorioso” de Borges decía que su memoria era “un vaciadero de basuras”. En este caso, la ficción rioplatense se parece demasiado a la memoria de Centeno y su puntería de origen militar con ventanales al Norte. Una de choferes. En el Watergate era mejor.
  • Filtraron conversaciones privadas a los medios. El juez Ercolini dijo que no fue y señaló a Stornelli. Por arte de magia, Daniel Pedro Santoro y Nicolás Wiñazki dieron rienda suelta a los chats y audios que fueron revelados con el uso de un software israelí. “Total normalidad”.
  • Hace días, los jueces Daniel Petrone y Diego Barroetaveña, con la disidencia de la jueza Ana María Figueroa, le negaron la recusación a CFK y dejó firme el procesamiento en una causa totalmente insólita donde no existe ninguna prueba fáctica en su contra. Lawfare puro para cancelar.
  • El diario La Nación admitió que la pesquisa comenzó con “los datos revelados por las anotaciones del chofer Centeno, que registró durante diez años los movimientos de los ex funcionarios de Ministerio de Planificación”. ¿Centeno es un hallazgo arqueológico de Cabot?”, finaliza el hilo de tuits del periodista Alonso.

Por esta sinrazón, mínimamente les cabe a los jueces Petrone y Barroetaveña el juicio político por direccionamiento de una causa que “está totalmente comprobada, que es parte del ‘lawfare’ instigado desde el Departamento de Justicia de EE.UU. contra los principales mandatarios o funcionarios de gobiernos populares y nacionales, que no son serviles a sus órdenes”.

 

Fuente: Alonso-Twitter