
BUENOS AIRES (Especial para EL SOL ABC-Por Servando Sanmartín). Lo que nos pasa a los argentinos, a los que realmente queremos este suelo bendito en sus cuatro puntos cardinales, es que estamos infiltrados por millones de cipayos, que la juegan de “argentinos” pero “son enemigos de sus propias familias, de sus propios hijos, de sus propios nietos, por el solo hecho de catapultarse económicamente en pro de un bienestar ficticio, porque le han metido en la cabeza ‘tienes que ser rico a como dé lugar’ y para ello, ‘no importa el otro, no importa la sociedad que los cobija, las manos que los ayudan, que precisamente vienen de ese ‘pueblo humilde y trabajador’. Es el campeonato de la sortija, con muchas trampas”.
Y en esta descripción jauretchana, entran muy cabalmente la gente de Juntos por el Cambio. Una secta de apátridas conformada por los Prat Gay, los Sturzenegger, los Dujovne, los Garavano, los Bullrich, los Alonso, los Majul, los Lanata, los Magnetto, los Leuco, los Cornejo, los Morales, los Morales Solá, los Fontevecchia, los Hadad, los Rocca, los Caputo, los Elasztain, lo Grobocopatel, los Blaquier, los Roa, los Santoro, los D’Alessio, los Bonadío, los Ercolini, los Lijo, los Stornelli, los Angelici, los Lorenzetti, los Quintana, los Cabrera, los Peña Braun, los Carrió, los Olivetto, los Juez, los Kirchbaum, los Rendo, los Pagliaro, los Saguier, los Mitre, los Noble, los Wolf, los Zubic, los Naidenoff, los Sanz, y tantos miles de otros más, que tendríamos que escribir páginas y páginas para ponerlos en evidencia ante la sociedad. Es que esta gente de menor cuantía moral e intelectual, que “sólo buscan la prebenda, el progreso personal, a costas de millones de argentinos, no pagando los impuestos en primer lugar y segundo, jugando a las intrigas contra un Gobierno que defiende el derecho de las mayorías, la unidad nacional como la integridad territorial del país”, salen por los medios de comunicación que dependen de sus mandantes en EE.UU., Inglaterra e Israel, a tratar de engañar a la población para beneficio propio, tal el caso de Formosa, con el ataque despiadado contra un gobernador elegido por el pueblo como Gildo Insfrán. Del cual dicen que “es un dictador porque gobierna hace 25 años, cuando Gustavo Posse (Cambiemos) gobierna San Isidro (Prov. de Bs. As.) hace 22 años”. O cómo tratan de hacer caer el plan de vacunación del Gobierno nacional, escondiendo o dejando vencer las vacunas —tema que la Justicia manejada por EE.UU. no da prioridad, aunque es un caso de criminalidad a sabiendas–, o el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a cargo de un mentiroso serial como Rodríguez Larreta (ayer con el tratamiento a los abuelos en los vacunatorios dispuestos, ha mostrado su real perfil), que pretende privatizar la entrega de las vacunas, con vacunados vip además y la quita de presupuesto a las escuelas públicas de la ciudad.
De qué estamos hablando señores
Son éstos los mismos que “bombardearon Plaza de Mayo en 1955, son los mismos de los golpes militares de Estado, los mismos de los 30 mil desaparecidos, son los mismos de los distintos saqueos del Banco Central y del Banco Nación, son los mismos de las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, los mismos de la desaparición del submarino ARA San Juan con 44 marinos a bordo, son los mismos que mandaron a la muerte a los 43 gendarmes en Galán (Salta) en 2016”, son los mismos de los constantes actos de represión contra los trabajadores, son los mismos que quieren hacer creer a todos que “ellos son argentinos, saliendo a las marchas con el escudo y la Bandera Nacional”. Y a ello le agregan el odio. Si alguien lúcido no sale a pararles la mano (tiene que ser de su propio espacio), morirán en su vida paria llena de odio, quemados por su propio infierno, como piel de la bestia más abyecta que haya conocido este suelo. Nadie los recordará, más bien serán abominables sólo nombrarlos.
Lo que está claro
Lo que está claro, por qué la Enciclopedia Británica, al cumplir el centenario de su fundación, ya veía como país-potencia a nuestra República Argentina amada –la que nos legaron San Martín, Belgrano, Güemes, Moreno, Alberti, Alberdi, Yrigoyen, Perón y Evita— en 1910, es que “teníamos todo: una selección de lo mejor, que pocos países en el mundo pueden tener. Grandes cuencas acuíferas, grandes cuencas mineras, gran extensión de suelo fértil, miles de millones de bosques variados, y una universidad gratuita, donde el pensamiento y la inteligencia argentinos eran la materia prima para que surja la potencia”.
En el último párrafo del diccionario enciclopédico británico, dice de Argentina: “Todo hace creer que la República Argentina está llamada en su día a rivalizar con los Estados Unidos de Norte América, tanto por la riqueza y extensión de su suelo, como por la actividad de sus habitantes y el desarrollo e importancia de su industria y comercio, cuyo progreso no puede ser más visible”.
¿Qué nos pasó, entonces? Es la invasión de estas ratas hambrientas, que describimos en los párrafos precedentes. Esta plaga es la que tenemos que combatir todos los argentinos, para que se vayan de este suelo o para que se integren o integren a su prole, porque otro destino no tienen. Hoy los tenemos individualizados a todos.