PEPE MUJICA: “Yo no sé por qué hay viejos que quieren más plata, si se van a morir como cualquier hijo de vecino”

La coherencia de Pepe Mujica que lo lleva a esperar la muerte habiendo sido muy feliz junto a Lucía, su esposa. (Foto: Facebook).

MONTEVIDEO, Uruguay /(Especial para EL SOL ABC). El ex presidente Mujica junto a su esposa Lucía Topolansky son dos héroes anónimos que el establishment uruguayo nunca comenta. Porque son parte de la historia revolucionaria charrúa que ayudó a devolver la democracia al pueblo.

Y en ese camino ambos pasaron por miles de anécdotas y de una vida rica, que los lleva a “estar más allá del bien o del mal”, que el mismo Pepe cuenta a los medios en medio de la pandemia del Covid-19: “No salgo para nada, pedí licencia de senador porque estoy en edad de alto riesgo con 85 años y tuve una enfermedad inmunológica, así que no puedo exponerme. Pero cuando me toque, me va a tocar. Hay que aprender a morirse sin ruido, así es la naturaleza.

’’No estamos en guerra contra una enfermedad, esto es un desafío que la biología nos mete para recordarnos que no somos tan dueños absolutos del mundo como nos parece.

’’Los gobiernos subestimaron las dificultades sobre el coronavirus. Creyeron que era una cosa de los chinos y, ahora que las papas queman, todos se acuerdan del Estado. Y el Estado tiene que tomar medidas; pero cuando tengo que hacer plata y hacer la mía solo, ¡qué no se meta el Estado, por favor!”, dice en una parte de su declaración.

 

“Nuestros problemas”

También el Pepe y su Lucía, tan arraigados en el quehacer oriental, son para los uruguayos  esos héroes creíbles por su coherencia: “Esta crisis tan mala tiene una cosa buena, llamarnos la atención de que los problemas de otras partes también son nuestros problemas; tenemos que combatir el egoísmo que llevamos dentro y apechugar socialmente entre todos.

’’No sé para qué mierda hay un puñado de viejos que siguen queriendo más y más plata. ¿Por qué no dejan de joder?, si se van a morir como cualquier hijo de vecino. Hay que sujetar el mercado al interés humano, pero el dios mercado es la religión fanática de nuestra época”, escribió el ex presidente uruguayo, hoy senador en reposo.

 

Punto alto, su historia de amor

También para agregar su gran historia de amor con Lucía, el Pepe escribió para la revista Soho lo siguiente: ¡Claro que estuve enamorado! Los que dicen que la vida del revolucionario impide una vida de amor se equivocan. Creo que las relaciones sentimentales cumplen el papel de un refugio para protegerse de las tensiones que se viven. ¿Por qué son tan enamoradizos los revolucionarios? No sé si será por la certidumbre instintiva de que se está rozando la muerte, no sé, de repente lo que digo es un bolazo que no tiene mucho asidero científico. Creo que el hombre está manejado por cuestiones interiores muy hondas. La relación que se dé entre revolucionarios tiene que basarse en un afecto muy especial, muy intenso, porque están muy sometidos a la incertidumbre. No es la relación de una pareja que de modo irreal se plantea a largo plazo fundar un hogar y tener hijos.

’’En 1971, después de mi segunda fuga del penal de Punta Carretas, el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) vivía un momento de gran inseguridad. Algunos sectores funcionaban de modo suburbano; realizaban reuniones nocturnas en las zonas semirrurales que rodean Montevideo. El grupo de Lucía (Topolansky) vino a una de esas reuniones. Nos conocíamos de antes y, como los dos andábamos solos, terminamos juntándonos. Ella había sido funcionaria de la financiera Monty, de modo que cuando se hizo el operativo (contra esa financiera) tuvo que saltar a la clandestinidad. Esto fue un poco antes de que yo pasara a ser clandestino. Después caímos presos —otra vez caí preso— más o menos en la misma época. Ella estuvo en la cárcel de Punta de Rieles. La relación, en realidad, duró solo algunos meses, poca cosa. Al principio, cuando yo estaba en la cárcel de la ciudad de Libertad, nos mandamos algunas cartas. Después ya no. Estuvimos mucho tiempo sin poder comunicarnos, aunque ella se enteraba de algo sobre mí por sus familiares. Lucía estaba en una cárcel, mientras que a mí me tenían en cuarteles, vivíamos en condiciones muy diferentes. Al final, quedamos en libertad en el mismo momento, de modo que otra vez nos juntamos. En la formación de nuestra pareja hubo un factor de necesidad, fue una especie de mutuo refugio. Nos reencontramos en una época bastante particular, bien diferente a la que habíamos dejado atrás.

‘’Creo que alguna vez se lo dije en alguna carta: cuando uno se aproxima a los 50 años, piensa que una compañera debe ser una buena cocinera. El amor tiene entonces mucho de amistad, de cosas que facilitan la convivencia. El nido se ve como un refugio, no es lo mismo que cuando se tiene 20 o 25 años. Y creo que todo esto es lo que nos ha mantenido juntos, encajamos fenómeno”, escribió alguna vez.

Así que lo que dice el Pepe, es muy creíble en todo sentido. “Qué podemos querer más que el aire que respiramos, después de tanta tragedia”, como dijo alguna vez el poeta.