BUENOS AIRES (Especial-EL SOL ABC). Mucha bronca de todos los seguidores de Maradona, cuando de repente se ven frente a la Policía Metropolitana, pasadas las 14 horas, cuando la mayoría sabía que se iba a dar un sepelio por tres días, justo los días de duelo que decretó el Gobierno y seguía llegando, y le comienzan a llover los cartuchazos y los gases por orden de Horacio Rodríguez Larreta.
Corridas, gente golpeada, gente arrestada, mujeres por el suelo, otras cuasi desmayadas, como cronistas y reporteros apaleados. ¿Qué pasó hasta ese momento donde todo transcurría correctamente? Que Dalma y Gianina se sentían cansadas, tanto como Claudia, y sin sopesar que afuera había ciento de miles de personas pugnando por ingresar a dar el último saludo al único que nunca los abandonó y que, pese a todos los poderes del mundo, igual lo hizo. Eso cómo lo pueden entender chicas que hoy viven llenas de lujos y muy cómodamente en algún country. Hoy están cansadas de todo. Y allí nadie les dijo y se les impuso, que no se podía parar el espectáculo maravilloso del público en la calle. Con flores, con estampitas, con camisetas, con tantos amuletos que los unen a ese hombre mágico que nos hizo felices a los argentinos. Qué van a comprender, si viven colgadas de Twitter, de Instagram, de Snapchat, de Tik Tok.
Y en ello se metió Rodríguez Larreta, porque esa gente significa que el pueblo solidifica el poder de Alberto, más todavía cuando las imágenes muestran a Alberto junto a su esposa poniendo la camiseta y un ramo de flores sobre el cajón del Maestro. Luego aparece Cristina y pone un crucifijo con la camiseta de Gimnasia y Esgrima de La Plata, equipo de su mamá, y una oración. Luego se acerca al lugar donde están Claudia, y se estrechan en un abrazo. Luego Cristina se acerca con la intención de darles un abrazo a las chicas. Pero éstas como que retroceden y ni la mano a Cristina. Allí muchos nos dimos cuenta, que los palos de Larreta y ese gesto de las hijas tiene un hilo consecuente y hasta de conjunción.
