GUSTOS QUE SÓLO NOS DIMOS LOS ARGENTINOS: “El fútbol es algo que se aprende de memoria, desde la panza de la Vieja”, nos cuenta Nanque

Todos los que participaron en "La Fiesta de las Estrellas", en el Estadio Único de La Plata en el año 2005. (Foto: Olé).

SALTA (Especial para EL SOL ABC-Por Nanque). En cualquier zaguán, en cualquier patio, en cualquier calle, si es de tierra mejor. Allí donde se alborota algún pastito o en medio del tierral o de las piedras, como esas canchas con ventanales abiertos de par en par en la Puna. Allí se dibujan, entre dientes blancos de felicidad, ésa que los lleva a imaginar arcos llenos de vivaces colores, con tribunas colmadas de pasión y alegría; esa saltarina y fácil de amar, cuando no se tienen los recursos para las más sofisticadas, que se las compra en casas de deportes nuevas de las grandes ciudades. Es la pelota mágica que enciende sueños, no de ser millonarios, sino para que aquella niña de ojos tristes pesque una sonrisa cuando te vea hacer un gol en la escuelita de tu barrio.

Así crecimos, juntos a nuestros papis que también querían emular a los grandes jugadores de su tiempo. Y los nombraban cuando arremetían hacia nosotros haciéndonos amagues para divertirnos los domingos que presagiaban empanadas sabrosas de horno de barro que estaba en un costado de la casa que se estaba construyendo. A mi hermana, La Negrita, la poníamos al arco porque se aguantaba todos los chutazos como una Juana Azurduy cuando peleaba contra los maturrangos españoles. Ponía el pecho con su remerita con rastros de guisos sabrosos o de los fideos con tuco, y por ratos sólo la sentíamos decir: “Acggh”. Ni una lagrima triste que la tire al viento. Y seguía el divertimento hasta que éste se ponía pesado porque a mí no me gustaba perder y venía el cocacho de mi Viejo, que era reprendido por la Vieja que le decía: “Jugás con los chicos, pero no los hagás llorar”. Y esa felicidad que no sabíamos que nos entraba a raudales se completaba con las empanadas o con ese asadito de parrilla chica, pero aromosa e invitante.

Me imagino miles de escenas parecidas en aquellos papás jóvenes que disfrutan los fines de semana con sus changuitos o con las nenas, también ahora que ha florecido el fútbol femenino. A lo que agrego en forma señorial y displicente lo que vivimos esa historia maravillosa y única que fue el Mundial de Qatar 2022 y rescatar esa foto de algún archivo familiar, donde se jugó el partido más fenomenal de la Tierra, en el Estado Único de La Plata, el 23 de diciembre de 2005, cuando los juntaron a Maradona, Messi, Riquelme, Verón y Gallardo para el amistoso llamado “La Fiesta de las Estrellas”. Fue el deleite de ver gambetas, caños, paredes y esos pases de memoria, cuando el arte lo llevas en las piernas. Hubo más jugadores famosos, pero el “Triángulo de Oro” se lo llevaron Maradona, Messi y Riquelme en aquel día que quedó grabado en la memoria armoniosa y límpida de cualquier mancha ideológica: primó el amor por el fútbol y por esa redonda infinita que cada vez que la maneja la Scaloneta en un campo de juego nos hace revivir.

Juan Román Riquelme, el ahora técnico Lionel Scaloni, Diego Maradona y Lionel Messi. La historia del fútbol los juntó en un partido especial en diciembre 2005, hace 18 años. (Foto: Archivo).