El gran negocio de las deudas de los países es manejado por “buitre” Black Rock, subsidiario de los Rothschild

Los fondos buitres están ahora "volando" sobre el cadáver que dejó Mauricio Macri en cuanto a la situación financiera de la Argentina. El maquiavélico plan fue perfecto. Ningún fiscal se atreve a llamar a indagatoria al delincuente. (Foto: Archivo).

WALL STREET, NUEVA YORK, EE.UU. (Especial para EL SOL ABC-Por Fernanda Vallejos *). Sin deuda los fondos buitres no tendrían sentido de existencia. Para ello utilizan a agentes infiltrados en los países para hacer lobby, que se paga con publicidad encubierta o con becas, según sea el caso, y donde son las embajadas norteamericanas  los centros de operaciones de todo tipo para que los buitres accedan a los mercados nacionales.

En el caso argentino sólo tres fondos buitres  —Black Rock, Vanguard y State Street—  son accionistas dominantes del 88 % de las principales 500 empresas estadounidenses.

Black Rock, probablemente el principal tenedor de deuda local  —por eso hay que investigar muy de cerca a Guillermo Sandleris y Nicolás Dujovne—  es también el fondo de inversión “más grande del mundo”.

Black Rock posee oficinas en 30 países y clientes en más de 100. A fines de 2019 administraba una impresionante cartera de 7,43 billones (millones de millones) de dólares, cifra que supera la suma de las economías de Alemania y Francia y que multiplica por más de 14 el PIB de Argentina.

A su vez, Black Rock controla más de 2.700 fondos buitres de distinto tipo, de los que el 65 % son “inversores institucionales”, como por ejemplo los fondos previsionales de empleados públicos y privados de varios países.

 

En el petróleo también

Black Rock también se cuenta entre los grandes accionistas de todas las grandes petroleras, excluida Total, y en el top ten de las accionistas de 7 de las 10 productoras de carbón más grandes del mundo.

Black Rock no sólo administra activos, también se sienta a ambos lados del mostrador. A través del Black Rock Solutions trabaja con gobiernos, bancos centrales y grandes empresas en distintos rubros, con lo que monitorea un caudal de activos muy superior al que administra.

Este fondo buitre también lidera lo que se denomina “shadow banking”, por no pertenecer al grupo de bancos tradicionales, los que a diferencia de los fondos son sujeto de mayores regulaciones.

Fink, su ceo, tiene una capacidad de lobby superior a la de mayoría de los países y presidentes.

En Argentina

Black Rock abrió oficinas en el país a comienzos de 2019. Recientemente, frente a la inminente restructuración de la deuda, se asoció con Fidelity, el fondo que semanas atrás trabó el intento de restructuración de un bono de la provincia de Buenos Aires.

La actuación coordinada de estos fondos buitres se hace evidente cuando distintos acreedores se organizan bajo los mismos agentes de asesoría jurídica, como es el caso de la unión de Black Rock y Fidelity.

Los nombres se repiten. Es el caso de Dennis Hranitzky, el abogado que colaboró durante quince años con Paul Singer  (NdR: jefe y mecenas de Laura Alonso, quien sabe mucho de lo que pasó en el incendio fraguado de Iron Mountain. Siempre aparecen los mismos actores) en su disputa con la Argentina y que actualmente trabaja con un grupo de veinte fondos buitres.

No hará falta ser un lector muy atento para en las próximas semanas descubrir en la prensa hegemónica la capacidad de lobby de los bonistas. No sólo en las notas de opinión y las opinadas, sino en la voz de parte de la clase política, como pasó durante del segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

Como dijo el ministro Martín Guzmán, en la Cámara de Diputados de la Nación, “nosotros ya elegimos”.

Estamos del lado del pueblo argentino. Es el lado que debería estar todo hombre y mujer de nuestro país.

 

(*) Es economista y es diputada nacional del FdT. Tiene interesantes ensayos escritos sobre la realidad económica de la Argentina.

Fuente: Twitter.

 

Tras los fondos buitres existe una cadena de muertos, como lo que sucedió con el incendio de la empresa norteamericana de archivos Iron Mountain. ¿Por qué la Justicia argentina no se anima a acelerar los pasos sobre esta investigación? Porque los ideólogos y realizadores pertenecen a los servicios de inteligencia sionista. Estamos los argentinos infiltrados hasta el cuello. (Foto: Twitter).