AMSTERDAM, Holanda (Especial-Ekai Journal). En su último trabajo, Ekai Center (Centro de Estudios Económicos y Sociales para Europa) pone de manifiesto lo que vendrá en un futuro cercano en casi todos los países europeos, incluso en Inglaterra —a pesar de haber salido de la Unión Europea—, para que la empresa pública sea parte del debate que se viene.
Todo ello, dicen, se da en un contexto nuevo como la que plantea la pandemia del Covid-19, donde se ha visto que “el debilitamiento del Estado, ha sido un factor clave para la pandemia ingresara con mucha fuerza y gravedad en los países que casi que comenzaron a olvidar el rol del Estado”. Y en ello las empresas públicas, son estratégicas para el desarrollismo de una nación.
Compartimos con los lectores el último trabajo, expresado el día 17 de abril pasado, de Ekai Center al respecto, que dice:
- La crisis estructural de la economía europea, que lleva cuatro décadas alimentándose, responde a la falta de dinamismo de la empresa capitalista, probablemente basada en la insuficiente rentabilidad financiera de las inversiones y la consecuente insuficiencia de la inversión productiva.
- Ante este diagnóstico, parece lógico plantearse la posibilidad de que la inactividad de la empresa de capitales sea corregida o complementada por empresas con motivaciones no necesariamente financieras, como las empresas públicas o cooperativas.
- Recordemos que, sin necesidad de que la rentabilidad financiera sea significativa, las empresas cooperativas o públicas pueden invertir –invierten, de hecho- con objetivos distintos de la rentabilidad de la inversión y, en particular, con el objetivo directo de incremento de la productividad.
- Sobre este punto de partida y teniendo en cuenta la experiencia de los años de posguerra, en los que Europa construyó potentes sectores públicos empresariales que se mantuvieron activos durante décadas, parece lógico plantearse la reactivación del sector público empresarial como una de las bases del futuro del modelo de desarrollo europeo.
- Sin embargo, esta posibilidad ha sido repetidamente cuestionada por numerosos teóricos marxistas, que entienden que, dentro de un sistema capitalista dominante, las empresas públicas no son capaces de evadir la lógica empresarial de las inversiones de carácter capitalista.
- Esta valoración de los autores marxistas no parece basarse tanto en la lógica de la teoría de empresa cuanto en la lógica política. Estos autores parecen entender que, en la lógica política del capitalismo, el sector público empresarial va a ser siempre instrumental y subordinado a los intereses de los inversores capitalistas. Esto haría imposible impulsar un modelo de capitalismo en el que el sector público empresarial impusiera su propia lógica inversora.
- Es cierto que la experiencia occidental parece un argumento a favor de las tesis pesimistas sobre el papel que un sector público empresarial podría desempeñar en el futuro del modelo de desarrollo europeo. Con frecuencia el sector público se ha encargado de salvar empresas privadas en crisis, de gestionar sectores de escasa rentabilidad o instrumentales para el sector productivo, para proceder a la privatización de los mismos en el momento en que la rentabilidad financiera se eleva.
- Sin embargo, hay razones de peso que nos deberían llevar a considerar como digna de tener en cuenta la estrategia de impulso del sector público empresarial. Una de ellas es precisamente la de que adoptamos como punto de partida de nuestra reflexión una economía europea aletargada y con un problema estructural de baja rentabilidad. Esta situación podría hacer aceptable para el conjunto de la sociedad la reactivación progresiva de un sector público empresarial con capacidad de reactivar la inversión y mantener viva la actividad económica al menos mientras el sector capitalista es capaz de encontrar vías de rentabilización de la inversión productiva.
- Por otro lado, los países emergentes (China, Rusia, Irán, …) nos están demostrando de forma contundente la viabilidad de hecho de compaginar el impulso productivo de sector público y sector privado de forma eficiente. Ello debería ser suficiente para, al menos, superar las reticencias teóricas sobre la viabilidad de un sector público empresarial pujante que plantean tanto los teóricos (neo) liberales como una parte significativa de los marxistas.
- Por supuesto, ello no nos puede hacer olvidar que, para hacer posible este objetivo, el contexto político y los condicionantes de la clase política son esenciales. La clase política occidental actual ha hecho del debilitamiento permanente, del desprestigio y de la destrucción del sector público empresarial un elemento esencial de su propia ideología y estrategia. Sería utópico pensar que esa misma clase política va a ser capaz de adoptar una posición racional y objetiva a la hora de constituir, impulsar y gestionar eficientemente un sector público empresarial.