NANQUE OFF THE RECORD: “Carta de un ateo a Dios”

Unamuno expresó un pesamiento esclarecedor hace mucho tiempo atrás. (Foto: Frases célebres).

SALTA (Especial-EL SOL ABC). Tiempos difíciles para la humanidad, pero también tiempos claros para la reflexión, el profundo análisis. Nada de lo que nos dijeron es como es y así muy finamente nos van descorriendo el velo a tantas cosas. Y es como siempre la cultura, el pensamiento y los modos los antídotos para esta “enfermedad que nos hace a veces más individualistas por momentos y por otras necesitados del conjunto”. De eso se trata la vida, que nuestro director bajo su nombre que más le gusta, Nanque, nos entrega su descripción de un momento supremo que vivió. Y nos regala para que nosotros nos auscultemos y tengamos que todo esto va a pasar.

 

—–CARTA DE UN ATEO A DIOS—–

 

Por NANQUE, El Peregrino (Julius-XXVI-MMXX)

Hace unas horas, casi en un tiempo irreal, he podido hacerme con un manuscrito hecho de fuego y broncas por algún insomne hombre que vagaba las madrugadas de un pueblo inserto entre dos grandes poblaciones donde sobran las alas doradas de las riquezas, las fiestas, las comuniones, las reyertas y las alegrías, como las tristezas en iguales dosis.

Nada como esconderme a leer y descubrir a ese confesante atribulado, que no teme el juicio final ni las neblinas oscuras de una respuesta, que según indagué fue dada en el mismo papel al que acudió el no creyente de lo establecido.

Sólo dejo entreabierta una pequeña hendija entre las cortinas rojas que las cosieron esas manos que extraño, para que entre la Luz.

Ciudad Cualquiera, de todos los días, del año que quieras

—(todo con una caligrafía nerviosa).

Señor que dicen que Existes: Te escribo porque estoy cansado de que todos te nombren cada minuto y yo que he estudiado tanto tu derrotero, me he dado cuenta que no sólo no existes, sino que eres una gran invento para acallar voces, para hacernos dominables, para hacernos masa, que camina ciega hacia el cadalso. Y así tras de ti han aparecido millones de sabios oscuros como profetas como maestros que te endilgan milagros, bendiciones, riquezas, posesiones y tantas cosas que dicen que das cuando te siguen “como cuando las ovejas siguen a su pastor”.

Yo he querido creer en Vos, pero nunca me has atendido. Nunca has dado repuesta a una sola de mis plegarias. Hoy me encuentro solo, porque he perdido todo mi negocio, mi mujer e hijos los perdí en un accidente aéreo, y hoy me entero que estoy contagiado con el virus del coronavirus, qué más quieres que me pase, si dices que existes haz el milagro de salvarme, de darme una oportunidad. Por eso reniego de las imágenes de santos y vírgenes, de las palabras del pastor, de los curas, de los rabinos, de los jueces, de los eclesiásticos, de los monjes y monjas, de los budistas, de los mahometanos. Todos vamos a morir y cuando muramos todos, tú también vas a morir… porque no habrá nadie quien te adore y te contemple. Así te lo digo con mucho rencor, pero sabiéndome liberado. Hasta siempre!!

Querido y Amado Hijo: Quizás en la última parte de tu sentida carta está la repuesta que tanto buscas. Pero no te voy a dejar las ganas de explicarte lo que es tan evidente y que tu cerrazón no te deja contemplar. Sólo tienes que preguntarte qué pasaría si el Universo fuese un ente contemplativo inerte. Donde no exista el pasado ni el presente, lo positivo y negativo, la noche y  el día, el mal y el bien, el frío y el calor, las estaciones, lo fuerte y lo débil, la belleza y la fealdad, la  riqueza y la pobreza, lo erudito y el no saber, la tristeza y la alegría y tantos otros dobles contrastes. Sería un tren de un solo riel; si conoces la sabiduría es porque en algún momento no sabías nada. Si sabes qué es el bien, lo sabes porque has palpado el mal. Todo sería un mundo lineal sin mucho sentido. Es que el manejarte en la vida como equilibrista en su cable es lo que te mantiene vivo y atento para que puedas contemplar la luz del día, el frío polar o la felicidad de una comida caliente. Y cuántas veces has enunciado de que no crees en Mí porque no me ves. Todos los días me ves en tus manos, en tus ojos, en tus lágrimas y sonrisas, en tus hijos, en tus padres, en el gorrión que salta en tu jardín, en esa montaña nevada de invierno y en ese tibio sol que calienta perezoso. Reniegas de los santos y las vírgenes. ¿Acaso Tú no guardas el babero y el chupete de tu hijo? ¿No guardas con amor la foto de su primer día de clase y así, sin darte cuenta también has creado un altar para estas cosas?

Si supieras que nada muere, que todo se transforma. Sólo muere aquél no fue feliz en este plano de la vida. Y tanto crees en Mí que hasta te quieres. Lo que a veces me enoja un poquito, pero no lo digo: eres como los capitalistas neoliberales, sólo se acuerdan del Estado cuando están en quiebra. Un abrazo a Mí Mismo, o sea a Vos.