De gira por el Extremo Oriente, en tránsito entre Tokyo y Beijing, el presidente Jair Bolsonaro no logró despegarse de su ansiedad por las elecciones del próximo domingo en la Argentina. “Si vence la oposición, queremos que continúe la apertura comercial de la misma forma como venimos haciendo con el presidente Mauricio Macri”, sostuvo Bolsonaro. Y remató, al considerar la posibilidad de la derrota de Macri el próximo domingo: “Pueden colocar en riesgo a todo el Mercosur”.
En tono más desafiante, el presidente del Brasil propuso: “En caso contrario, nos reuniremos con Paraguay y Uruguay y tomaremos una decisión semejante a la que se tomó contra Asunción”. Se refería a la suspensión de los paraguayos, en junio de 2012, por los países del Mercosur luego de que el Parlamento derribara al ex presidente Fernando Lugo.
Ocurre que la sanción a un país del bloque puede aplicarse, exclusivamente, por la cláusula democrática y no por razones económicas. Coherente con su postura “aperturista”, Bolsonaro insistió en la necesidad de “flexibilizar” el bloque sureño, de modo que cada país pueda realizar en forma individual, y no colectiva, acuerdos de libre comercio con terceros: “Nuestra idea es abrir el mercado y comerciar con todo el mundo”, insistió el presidente brasileño.
Según describió el diario Valor Económico, en su edición del martes, el arancel que grava las importaciones de vehículos automotores debe caer de 35% a 12%; pero los ómnibus se reducirían de 35% a apenas 4%. La misma reducción arancelaria se aplicaría a la industria textil y de la indumentaria. Laminados de acero tendrían aún una desprotección mayor, ya que el impuesto de importación bajaría de 14% a 4%; otro tanto se proyecta para la industria petroquímica.
En la industria química (ABIQUIM) señalaron que el sector ya enfrenta una competencia feroz de importados y advierten que, con una menor protección arancelaria, las firmas del sector “no conseguirán subsistir”. Según fuentes de la cámara, ya existe un fuerte desbalance entre importaciones y exportaciones. El déficit llegó en lo que va del año a 23.800 millones de dólares. En el caso argentino, la situación podrá ser aún más complicada. Ocurre que con un nivel de ociosidad alto de las plantas industriales existentes, sumado a la falta de dólares para importar, un proyecto como el de Bolsonaro y su ministro Paulo Guedes difícilmente pueda prosperar. Es lo que visualizan en el Palacio de Planalto y, por eso mismo, buscarán en esta etapa separar a la Argentina, tal como pronosticó el presidente Bolsonaro.