Damien, en su esplendor. (Foto: EL SOL ABC).

El Perverso, el que está lleno de signos, como Damien, sentado sólo al frente del atrio de la Catedral Basílica de Buenos Aires para ser parte del Tedeum.

Afuera las palomas habían huido de los techos del templo supremo de la Argentina y de la grey católica. Nadie atisbó esta perfección Divina. Adentro todos trajeados y perfumados hasta más no poder, lucían etéreos la Escarapela Nacional.

Hay algo que me llama la atención: son esas miradas de entrenados delincuentes, que son auscultados por los “jueces religiosos”, que muestran síntomas de su irreversibilidad ante la Historia y ante el Dios Supremo.

Has blasfemado a Francisco, te ríes en la cara de tus adversarios y crees que no ejerces la Presidencia de la Nación, todo socapado por tu delirio de Fantasma Inhumano que por las noches corres desnudo en la residencia de Olivos. Pareciera que todo está bien dentro de las conciencias de quienes te pusieron para que destruyas esta amada Argentina, pero no venerada por esta ristra de íncubos que juegan a la desunión de todos nosotros. Porque de otra forma no podrían sobrevivir.

No es una sátira de la maldad, es el simple reflejo de lo que vemos los argentinos de bien, de los que nos duele que nuestra Enseña Patria, el Himno Nacional, la Escarapela y la Constitución Nacional sean pisoteados y burlados por este grupo de sátrapas sin destino.

Y se corroboró claramente al ingreso a la Catedral y luego de los saludos protocolares de ministros religiosos de otras greyes religiosas, cuando Damien se mostró en todo su esplendor cuando su mirada era lacerante a Jorge Macri y a Victoria Villarruel, la vicepresidenta en ejercicio, que lo acompañaron a la ceremonia de cambio de guardia del Regimiento Patricios. PERO SI RECIÉN SE LE HABÍA INVITADO A DESTERRAR EL ODIO.

Hoy García Cuerva debiera lavar con agua bendita todos los espacios ocupados por los blasfemos y ángeles del mal.