“Y pero qué querés, si lo único que saben hacer es patear una pelotita”.
Con esa frase se suele catalogar o minimizar a los futbolistas cuando opinan o quieren incursionar en algo distinto a tener un balón pegado a sus pies. Se los encasilla. Pareciera que para lo único que sirven es para demostrar su talento dentro de una cancha.
Pocos piensan en la persona, en el famoso día después.
La carrera de los futbolistas es corta, ya que llegan a su punto final cuando aún son jóvenes para la vida. Les quedan muchos años por delante y un mar de dudas e incertidumbres los abruma a la hora de colgar los botines.
Hablar de los problemas personales dentro del fútbol es tabú, pareciera que quienes lo hacen quedan “marcados”. Uno de los pocos que se animó a poner el tema en agenda y“combatir el sistema desde adentro” fue Matías Almeyda, actual entrenador de San José Earthquakes de la MLS.
“Solo te enseñan a jugar al fútbol, pocos están en el detalle de cuando un jugador está por terminar su carrera. Yo me hice entrenador por muchos motivos, pero uno fue ese. El jugador es un ser humano que siente, que llora, que tiene problemas personales… Es como una persona cualquiera”, aseguró en diálogo con Infobae el oriundo de Azul, quien tras descender con River a la B Nacional inmediatamente tomó la decisión de calzarse el buzo de DT.
A la distancia, el ex Parma y Lazio sostiene que enroscarse tanto en pensar en cómo podía cambiar el sistema en vez de disfrutar del fútbol contribuyó para que decidiera retirarse de manera abrupta, pero que ahora “desde adentro, pero sin ser parte” trata de aportar su granito de arena.
Uno de sus problemas fue encerrarse y creerse omnipotente, cuando en realidad su cuerpo y su mente pedían ayuda a gritos: “Creo que la inmadurez, sumada a la preparación básica que tenía, hicieron que me encerrara en pensar que un ser humano todo lo puede. Hay gente especializada, hasta que lo entendí. Yo hacía un razonamiento: cómo un tipo puede solucionar el problema de 100 que van a su consultorio. Era una parte de ignorancia grande de mi parte, porque esa persona está preparada, estudia para ayudar a los que necesitan de ellos”.
“En el fútbol te juzgan por todo, constantemente. Si hacés una broma, si hacés un chiste, si saliste, si lloraste, si cantaste, si no cantaste. Entonces eso espanta. Está el débil, que no quiere hacerse ver, que no quiere contar, y es ahí donde se perjudica, donde nos perjudicamos”, agregó.
¿Cómo hace para combatir el sistema? Promoviendo el estudio dentro de sus planteles y apoyando la inclusión de psicólogos deportivos. “La educación es fundamental. Cuando estuve en Chivas, el jugador que no estudiaba, no jugaba. Llegué a tener 47 jugadores en la universidad, contando el plantel de Primera, Segunda y Sub 20. El dueño me apoyó. Por más que fuera el mejor jugador, si no estudiaba, no jugaba. Hay que prepararlos para el día de mañana, porque no sabemos cuánto dura la carrera de futbolista. Además ayuda a la interpretación. Un jugador que estudia tiene una mente que funciona desde otro lugar, y los ejercicios los capta más rápido. Hay un cerebro que está entrenado y otro que está estancado solamente en una pelota”, explicó.
Un momento clave dentro de la vida de Almeyda fue ver un dibujo de su hija Sofía sobre cómo veía a la familia. Hizo a su madre como una reina, a sus hermanas como princesas y a su padre como un león viejo, enfermo y triste. “En ese momento no me daba cuenta de que estaba transmitiendo eso. Pasé un momento de tristeza grande, de depresión, pero lo pude superar gracias a los psicólogos, los amigos, mis hijas, mi familia. Queda en el tiempo oscuro que cualquier ser humano tiene, pero que yo hice público”.
Según el ex Sevilla y Quilmes, “la gran mayoría de los futbolistas padecen momentos de depresión cuando deben retirarse”. El entrenador sostiene que “el jugador se siente utilizado cuando ya no puede jugar más”. “Queda triste, y desde ese lugar hay que ayudarlo. El teléfono suena, hasta que dejás de jugar. Ahí empiezan a pasar un montón de ratones por la cabeza, y si no estás bien preparado terminás mal”, aseguró.
“Los jugadores son seres humanos, y muchas veces pasamos a manejarlos como si fuesen máquinas. Esa gente siente y tiene toda una vida por delante”, mencionó Matías, quien afirmó que los dirigentes deberían involucrarse más para evitar estas cuestiones.
Almeyda cree que hacer visible su caso contribuyó para que otros abrieran los ojos o se animaran a dar un paso adelante para afrontar sus problemas personales. “Un montón de gente me llama actualmente para saber cómo hice, cómo salí. Cuando alguien tiene depresión está bueno que lo diga; porque sobre todo los que somos conocidos, podemos ayudar un montón a la gente para que no termine mal”.
“No es que soy un maestro, pero les cuento mi historia y cómo me apoyé en gente que sabía, en mi familia, en las cosas lindas de la vida, en buscar la felicidad, en cosas mínimas, pero que son muy grandes. Trato de darles mi punto de vista. A veces sirve escuchar a alguien que ya lo vivió, que ya lo pasó”, aclaró.
El ganador de la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 también hace foco en cómo se lo subestima al futbolista: “En un momento se reían cuando Tevez decía ‘very difficult’, pero él terminó hablando inglés, italiano y portugués. Lo subestimaron. Teniendo en cuenta las pocas posibilidades que por lo que sabemos tuvo, como el 95 por ciento de nosotros, a Tevez se le abrió la mente evidentemente, es un triunfador de la vida. Estaban buscando que hablara perfecto, siempre buscan algo. Hay una cuestión de vida, hay resentimiento, hay envidia, celos… Todo esto hace que nos detengamos en detalles y no le damos el valor que tiene”.
En diálogo con Infobae, Almeyda también reconoció que con el paso del tiempo comenzó a ganar terreno dentro de su cabeza la posibilidad de incursionar en la política. “Siempre digo que algún día intentaré ser intendente de mi ciudad, Azul, pero tengo que estudiar, me tengo que preparar; es difícil, pero es algo que pienso cada tanto. Me hago más grande y lo pienso. No sé cuánto tiempo dirigiré, no me pongo un plazo. Quizá sea como con el fútbol, que lo hice hasta que no fui más feliz y me fui. Ahí buscaré otras metas”, lanzó.
“Mi partido sería no robar y respetar. Acá se perdió el respeto. Se roba y se miente. La gente se maneja con una hipocresía e ignorancia muy grande. No queremos que la gente aprenda”, esbozó. Matías también dejó en claro que no tiene simpatía por ningún partido político: “No me detengo en ningún partido político porque en toda la historia todos han demostrado que han sido un desastre. Esa es la realidad”.
Aunque remarcó que “la perfección no existe”, ponderó la manera de vivir en los países escandinavos, algo que conoce de cerca, ya que tuvo un breve paso por el Lyn Oslo de Noruega en 2007. “Creo que es donde mejor se vive”, afirmó.
“Lo que vivimos con mi familia ahí fue maravilloso. La gente puede tener dos trabajos. Es algo único. Tuvieron que cerrar cárceles porque no hay presos, ¡y acá cuántos tendrían que estar presos y están sueltos!”, comentó.
Almeyda también aprovechó la oportunidad para enviarles un mensaje a los políticos argentinos y a los que desprecian la opinión de los futbolistas. “Después de lo que hacen y dicen, cualquiera puede opinar. Primero, pagamos los impuestos y somos libres de opinar. Estamos en democracia. No hay razón para no poder opinar. Cómo no vamos a poder dar una opinión, si ellos también hablan de fútbol”, soltó, entre risas.
EL DESCENSO Y EL RENACER DE RIVER:
Matías Almeyda quedó como el capitán del River que se fue por primera vez a la B Nacional, pero también es el director técnico que lo devolvió a la máxima categoría del fútbol argentino. Tras caer en la Promoción con Belgrano de Córdoba, mil ideas pasaron por su cabeza. En ese momento, lleno de sed de revancha, decidió colgar de manera definitiva los botines y asumir un nuevo rol.
“Fue todo sentimiento y amor por esa camiseta. Esa posibilidad estaba hablada para más adelante, con un proceso más tranquilo, pero los tiempos se adelantaron. Fue especial. Sabía que si me iba mal no dirigía nunca más. Fue como poner toda la carne al asador, y por suerte salió. Salimos de ese momento tan oscuro que tuvimos”, rememoró.
El entrenador, que aprovechó la oportunidad para aclarar que la frase que se viralizó en las últimas horas, en las que se lo escucha decir “que los de Boca sigan llorando, la tienen adentro” fue en un contexto de broma y que se malinterpretó, y esbozó una graciosa anécdota a raíz de esas palabras. “Me escribió un muchacho que era de Boca insultándome en el teléfono. Lo llamé y discutimos. Después de un rato me escribió diciéndome que leyó mi libro, me dijo que él sufre de depresión y que me admiraba, que me pedía disculpas. Luego hablamos como si nos conociéramos de toda la vida”, confesó.
El Pelado, cuando el Millonario se encontraba cerca de la zona de descenso, soltó una frase que fue tomada a tono de broma para muchos (“River será una especie de Barcelona de Sudamérica”), pero considera que el tiempo terminó dándole la razón.
“River finalmente lo logró. Estaba viendo algo que iba a suceder. Veía la cantidad de jóvenes que se veían. El club estaba tocando fondo y tenía que resurgir como resurgió, por eso lo declaré y creo que fue bastante acertado”, subrayó. Desde su vuelta a Primera División, el club de Núñez consiguió un torneo local, una Copa Sudamericana, dos Copa Libertadores, dos Copa Argentina, una Copa Campeonato, tres Recopas, una Suruga Bank y una Supercopa Argentina.
Almeyda, quien sostuvo que no se arrepiente de nada de su paso por River, ya que “fue todo hecho con amor, y cuando hay amor no hay arrepentimiento”, pidió por un “contrato de por vida” para Marcelo Gallardo.
“Marcelo debe quedarse eternamente, si gana todo lo que juega. Mi paso por River ya pasó, ya lo cumplí, quedó ahí. Ahora seré hincha eternamente”, avisó. Con respecto al Muñeco, comentó: “Le pediría que se quede a vivir, está haciendo un trabajo a la perfección”.