EL SALVADOR (Especial para EL SOL ABC-Por Vane Valciotta). Haberse autoinvitado al acto de asunción de un nuevo período presidencial de Nayib Bukele, para el presidente argentino Javier Milei no es un paso muy grato para un “político que no lo quiere ser”, por lo que comenzó a pagar caro sus imposturas internacionales: vale recordar sus reiterados conflictos con varios estadistas como Lula, Maduro, Sánchez en España y con China, para citar algunos ejemplos.
Ahora vino a este país centroamericano, donde el reelegido Bukele, con el 84 % de los votos, es un presidente distinto de todos los anteriores, con lo cual logró estabilizar el mercado interno y externo del país, gracias a una política inflexible que es ampliamente criticada como de “mano dura” contra el delito. Así, logró casi erradicar a las Maras (mafia instalada y que dominaba la economía doméstica creando un Estado Paralelo), en casi un 90 %, pero aplicando métodos de tortura y de espionaje, que violan acuerdos internacionales como la propia Constitución salvadoreña. Bukele dice que “es por una situación excepcional y que, en esta segunda etapa, se va a ir contra el otro 10 % de mafias que todavía existen”, según expresó en alguna parte de su discurso.
Lo excepcional vino cuando el presidente Bukele dio su discurso, ante el público, luego del acto protocolar ante la Asamblea Nacional, donde Milei estaba y escuchaba consustanciado. Fue allí que Bukele que abordó la importancia de un Estado fuerte, que le sirva a todos los salvadoreños principalmente, donde además expresó: “Es la prioridad de mi mandato”. Luego en otra parte, dijo que “lo público debe ser mejor que lo privado”.
Los gestos y la sonrisa de Milei escaparon rápidamente de su rostro que estaba rojo por la emoción, mientras en su país tiene graves denuncias de corrupción su ministra Sandra Pettovello, por ocultamiento de alimentos para organizaciones sociales y por haber creado una “caja de cobros paralelos” con una institución iberoamericana. Así, que alguien hable de “Estado”, justo frente a él, que detesta todo lo que tenga que ver con el Estado, fue un baldazo de agua fría cuando pensaba que ya tenía “un socio” para sus dislates disgregados de la realidad, según varios medios argentinos que denuncian las infinitas tropelías que está cometiendo su gobierno, que vino “a erradicar a la casta”, pero no sólo la mantiene, sino que le agrega una altísima dosis de corrupción.