SEGÚN VERTBISKY EN SU COHETE: “No quieren expropiar, porque temen que se descubra toda la trama de evasión, fugas y estafas al Estado”

Nardelli junto a Macri crearon la fuente de recursos para el PRO. Mientras tanto, Nardelli y Padoán triangulaban vía Paraguay y Uruguay toda la producción de granos y harinas como de aceites. (Foto: NA).

BUENOS AIRES (Especial-EL SOL ABC). En una de sus últimas notas en el Cohete a la Luna, Horacio Vertbisky, pone al descubierto toda la trama de negocios y cruces de todo el entramado empresarial que rodea a la empresa cerealera alimenticia Vicentín, como además de todas las cuevas de corrupción en que han sumido a buena parte de los agroexportadores de granos, principalmente a los santafesinos. “Para la Pampa Gringa la corrupción se ha hecho cosa común, que lo toman como parte de la idiosincrasia gauchesca local”, dicen algunos pensadores rosarinos, que saltan por fuera del cerco mediático santafesino para empezar a poner las nuevas metas en sitios más sanos de la cordura, más todavía luego de la pandemia.

Así comienza Vertbisky a delinear este singular caso: “En estos pocos meses, desde el default del grupo Vicentín, mucho se ha escrito sobre el tamaño de su deuda, los vínculos con el gobierno de Cambiemos (específicamente, el alineamiento de Sergio Nardelli al macrismo y su relación con el ex Presidente Mauricio Macri) y sobre la irresponsable exposición crediticia del Banco Nación en la gestión de Javier González Fraga, violando normas de concentración de riesgo y comprometiendo su capacidad prestable para asistir a un amigo de la política y financista electoral.

’’Hasta aquí, pareciera solo un caso aislado de sobreendeudamiento —acompañado de serias sospechas de fuga— y posterior default, explicado por decisiones y prácticas de personas concretas que, por un lado, comprometieron los recursos del Estado y, por otro, dejaron un tendal de deudas a miles de productores. Pero lo que falta desarrollar es el marco o el escenario que permitió que esto ocurriese: cómo funciona la operatoria del comercio de granos y qué rol tuvo la administración financiera de los activos agrícolas en tiempos macristas. Por otro lado, se habla mucho de los acreedores damnificados pero, ¿a nadie se le ocurrió preguntar cómo (y dónde) están las y los trabajadores de Vicentín?”.

 

El dedo en la llaga

Es allí que El Cohete en la Luna pone el dedo en la llaga, al decir: “Más que en la apropiación del valor de la empresa (que tiene patrimonio neto negativo), más que en el real “control” que el Estado pueda tener de las variables clave del agronegocio (que sería interesante pero limitado: no es un nuevo IAPI), lo que de verdad asusta a los dueños de Vicentín y a todos los accionistas sentados en la mesa chica del ecosistema agroexportador es el potencial descubrimiento de las maniobras verdaderamente creativas que se ponen en práctica para evadir al fisco y aumentar rentabilidad”.

Y además agrega y describe: “La operatoria del comercio de granos se da en un mercado agrícola que, lejos de la competencia perfecta y transparencia, está concentrado y tiene una intermediación opaca. Si bien la oferta está atomizada en cientos de miles de productores, la demanda se encuentra concentrada en menos de 10 compradores, con oligopolización y extranjerización creciente en las últimas décadas. Los datos a 2018 del ranking exportador del complejo cerealero-oleaginoso muestran que Vicentín está en el sexto lugar, con el 9 % de las ventas al exterior. En el primer puesto está Cargill (13 %), seguido por COFCO (ex NIDERA) con 13 %, Dreyfus (10 %), Bunge (10 %) y AGD (9 %). Si se observa sólo el subsegmento de aceites y subproductos, al año 2019, en el procesamiento de soja y girasol Vicentín fue el primero con 7.425.533 toneladas exportadas, superando a AGD, Bunge, Cargill, Dreyfus y COFCO, y concentrando el 20,3 % de este mercado de exportación de aceite, en el cual el 98 % se circunscribe a las primeras 10”.

La integración vertical de los exportadores, desde la década de los ’90 hasta acá, fue generando una creciente pérdida relativa del poder de negociación de los productores en todas las etapas de la comercialización, quedando sólo al amparo –aunque parcial— del aglutinamiento que ofrecen las cooperativas, frecuentemente desplazadas, de la mano de una gran desaparición de acopiadores pequeños y medianos. Particularmente el diferencial de poder de mercado en el agro se manifiesta en el acaparamiento de las cosechas que hacen grandes exportadores de manera directa, salteando la fase del acopio. Cargill es exponente de este modelo: penetra con acopios propios en los pueblos. En muchos casos, los fabricantes y distribuidores de los insumos son las mismas empresas exportadoras, que le facilitan al productor el “paquete tecnológico” de semillas y de agroquímicos, lo que deja al productor comprometido a vender la cosecha a estas empresas. Esta es una manera de captación de renta central, donde las grandes empresas exportadoras aparecen en el circuito comercial mediante la provisión de insumos y esto les permite tener asegurado su mercado.

Pero, además, la liquidación de la cosecha se caracteriza por otra variable muy poco mencionada: la creciente dependencia de los productores de la administración financiera que se realiza sobre el retorno de la(s) cosecha(s) mientras “esperan” la liquidación, una lógica especulativa que creció con las altas tasas del modelo de valorización financiera del macrismo, y una lógica particularmente riesgosa por la inestabilidad macroeconómica que esas tasas siderales contenían.

Se ha expandido cada vez más el hecho de que el productor pacte un precio con el corredor de granos de manera anticipada a la exportación, con precio a fijar hasta un cierto lapso, porque es la forma de ahorrar en acopios o silobolsas, que cuestan más caros para la espera. Una vez que se fija precio al productor, ya hay una liquidación emitida que la empresa exportadora se compromete a pagar al corredor –que se queda con una comisión— y al productor, a cambio del activo (la soja).

Fuente: El Cohete a la Luna