SALUDO ESPECIAL: desde EL SOL ABC reconocimiento, en el Día del Trabajador, a todo el personal de salud, que están en las trincheras de lucha contra la pandemia

Esta es Gilda Zurita, enfermera que se contagió con Covid en una clìnica de Caballito, en Capital Federal, y no encontró cama para internarse cuando contrajo Covid-19. Este es un mensaje muy claro y directo a políticos como Horacio Rodríguez Larreta o Patricia Bullrich, que en vez de ayudar quieren hacer campaña con la pandemia. (Foto: Redes).

SALTA (Especial-EL SOL ABC). En este día muy especial para todos los trabajadores argentinos, sumidos en esta crisis sanitaria mundial, desde EL SOL ABC saludamos a cada uno de ustedes, que con sus tareas diarias hacen un aporte inconmensurable al país, a pesar de esta cruel pandemia que azota al mundo.

Pero en esta parte, queremos desde nuestro medio de prensa hacer un reconocimiento total y fraterno a todo el personal de la salud, que, en todas las ciudades y localidades del país, están en el primer lugar de la trinchera en esta lucha sin cuartel contra el virus Covid-19. Allí enfermeros, médicos, terapistas, camilleros, personal de limpieza, administrativos, guardias de seguridad, personal policial y contratados le ponen todo el coraje y garra para “defender la vida de cada uno de los hermanos argentinos que se presentan con cuadros inimaginables”. Para todos ellos nuestro aliento y apoyo, como un fraterno abrazo de argentinidad, porque esto nunca debe ser olvidado.

Por ello compartimos, el recuerdo que nos hace la enfermera María Fernanda Lucero, en las redes sociales, cuando compartió esta carta a la opinión pública, de lo que viven a diario las enfermeras:

“Yo vi a mujeres embarazadas avergonzadas en la sala de maternidad (por su falta de higiene) y vi a auxiliares y enfermeras bañándolas, cortándoles las uñas y escuchar en sus propias palabras el agradecimiento por la ayuda “mi bebé nacerá limpio gracias a ti”.

’’Vi a una enfermera haciéndose pasar por madre de una señora con Alzheimer, que en sus peores días le pidió perdón a su madre (que no recordaba, y que ya no estaba entre nosotros) y la enfermera respondió que la perdonaba y la amaba y vi gratitud en un abrazo entre madre e hija, y alivio prolongado antes de partir.

’’Vi a los auxiliares de enfermería completamente manchados de vómito, mientras sostenían la cabeza de un niño en una crisis, para que no se sintiera solo.

’’Vi a las enfermeras levantar pacientes el doble de su peso y bañarlos para que se sintieran mejor y más frescos.

’’Vi a un bebé mortinato (nacido ya muerto) ser recogido por la enfermera, después darle un baño tibio y acogedor, la vi poniéndose la ropa, la vi arreglando su cabello, para que la madre que insistía en verlo (como es su derecho) la viera limpio y hermoso.

’’Vi enfermeras ir a buscar pastores, sacerdotes, curanderos, y hacer todo para que el paciente se sintiera más cómodo con la visita de autoridades religiosas de sus respectivas religiones.

’’Vi enfermeras en emergencias (que son parte natural de nuestra vida), no pensar dos veces para arriesgar su vida corriendo a abrazar a un paciente con una enfermedad altamente contagiosa que se estaba desmayando, simplemente para sostener su cabeza y no dejar que tuviera un posible traumatismo cráneo encefálico.

’’He visto muchas enfermeras doblar turno por falta de personal dejando en casa hijos, esposo, y una familia, comprometidas con su ética…

’’Si hay una profesión más humana y honorable que la Enfermería, perdóneme, pero no la conozco. ¡Honremos a nuestros enfermeros!”, termina la misiva de Lucero.