LOS LABERINTOS DE NUESTRA ALMA: Marilyn en su diario revela el mundo de contradicciones en el que vivimos, sin encontrar la puerta

Marilyn, la gran actriz norteamericana, ícono de los años 50 y 60, fue víctima de sus propias contradicciones y del entorno donde supo refugiarse. (Foto: Redes).

BUENOS AIRES (Especial para EL SOL ABC-Por Servando Sanmartín). Salirse del marketing y de la tecnología, es encontrar un amplio y bello parque de posibilidades para tener una vida más tranquila, más llena de felicidad.

Por ello me hago con una parte de un texto escrito por la gran actriz que ella no supo que era y que fue: Marilyn Monroe. Y allí describe los demonios interiores que la acompañaron siempre y que quizás fueron los que la empujaron a la muerte.

Y la frivolidad es otro de los muros que nos encierra, sin saberlo nosotros, que es parte de la alquimia perfecta para que comencemos a apartarnos de ese “amplio parque” del que hablo anteriormente. Los vanos pequeños “triunfos” que se respaldan sólo en lo material nos insuflan aire instantáneo artificial, que muere casi como que llega.

Lo interesante del extracto escrito por Marilyn, es que hoy con otras “herramientas” y desde la distancia del tiempo podemos analizar: “No puedo dormir, no puedo concentrarme, no sé si soy buena o mala en la cama, odio el dolor, no puedo tener hijos, me cuesta tomar decisiones, no puedo mantener una relación amorosa, padezco depresiones, y tomo demasiados tranquilizantes. Bebo, miento; y, con frecuencia, deseo morir, aunque tengo pánico a la muerte y a las cosas muertas. Quiero amar y, al mismo tiempo, lo sacrifico todo por mi carrera. Soy ignorante, tonta y vulgar; y leo libros y tengo maestros que creen que puedo ser una gran actriz, pero no puedo recordar los parlamentos del guion. Soy una estrella, pero las productoras me odian. Creo en el matrimonio y la fidelidad, pero me acuesto con otros… Dios mío, qué confusión”. (Anotación de Marilyn Monroe en su diario).

Desde allí infiero que el mensaje nos ayuda a entender el mundo de las contradicciones en el que vivimos todos. Pero siempre hay una puerta, un camino, que a veces muchos no encontramos: y que, quizás, pasa por sólo encontrar música, poesía y pausa en el jardín de nuestras casas, o en el bello parque que está enfrente. O detenernos en ese juego que nos propone un hijo, un sobrino, o sólo oler el perfume de la flor del jazmín o de cualquier flor, así sea silvestre, para regodearnos de las cosas simples de la vida. Como ese pan que es amasado con dulzura y mucho amor por esas manos añosas y que luego se despliega entero y armonioso en esa mesa majestuosa en el campo, mientras el río nos soborna con su canto peregrino.

Fuente: MC (Mendoza)