Diez “avivadas” clásicas de los conductores argentinos

Si la Argentina tiene miles de muertos al año en siniestros viales, si todos los días los medios de comunicación dan cuenta de choques y vuelcos, si la gente que se agarra a trompadas por una mala maniobra y si el idioma oficial de la calle es la puteada, es evidente que el problema de la inseguridad vial tiene raíces profundas.

El tránsito es interacción social pura y es una muestra fidedigna de cómo se vive o, mejor dicho, de lo mal que se convive en la vía pública. Sobre el asfalto hay de todo: los respetuosos de las normas y los infractores seriales, los egoístas y los solidarios, los temerosos y los temerarios, pero en el tope de la escala evolutiva del conductor indeseable está el “vivo”, el que recurre a cualquier ardid para violar la ley y quedar impune y para enrostrarles a los demás que son todos giles a su lado, que él siempre va a pasar primero.