“Y en el séptimo día, Dios reposó”, reza uno de los pasajes de la Biblia.
Sin embargo, este domingo, la ciudad de La Plata de descanso no tuvo nada y menos Diego Armando Maradona, que fue presentado de manera oficial y dirigió su primer entrenamiento como entrenador de Gimnasia ante un estadio repleto.
A media mañana, mientras las parrillas callejeras ubicadas en las periferias del Juan Carmelo Zerillo comenzaban a encender el carbón, ya se podían divisar gorros y camisetas azules y blancas por las calles de la capital provincial. Pese a que no hubo actividad este fin de semana en la Superliga debido a la fecha FIFA, los hinchas del Lobo vivieron una jornada de fútbol a pura pasión.
Es así que la intersección de la Avenida Centenario y la Calle 118 empezó a ser copada poco a poco de fanáticos triperos. Ya al mediodía el clima era ideal. Vaya uno a saber si el calor de la gente o la llegada del astro tuvieron que ver, pero un cálido sol se hizo presente en el cielo y cortó con el crudo frío que se venía sintiendo por estos día al sureste de la provincia de Buenos Aires, haciendo más agradable el hito que se estaba por vivir.
Absolutamente todos los árboles que le dan el nombre a la zona lucían un ’22’ bien grande de color azul, como si se marcara el territorio. Pasacalles colgaban de una vereda a la otra dándole el recibimiento al Diez. “Bienvenido al barrio de Favaloro y a la cuna de Cristina”, era una de las tantas frases exhibidas. Pancartas improvisadas en las paredes también adornaban la escena: “Diego el Bosque es tu casa” y “Diego es Lobo”.
Una vez abiertas las puertas del recinto, la gente comenzó a llenar las tribunas de la cancha al ritmo de “La mano de Dios” interpretada por el cordobés Rodrigo Bueno, que sonó en los altoparlantes. En el campo de juego, una manga inflable con la cara de Maradona y otra con la camiseta de la Selección adornaban el escenario por el que iba a salir el protagonista.
La previa se vivió a puro canto, desde las gradas se hicieron escuchar los clásicos “Olé, olé, olé, Diego, Diego” y “El que no salta es un inglés”. También el flamante hit que crearon los hinchas de Gimnasia en los últimos días cuando se confirmó la llegada de Pelusa, aquel que menciona el apellido del DT y el de Alberto Olmedo y que pide por el primer puesto.
Si la capacidad máxima del estadio es de alrededor de 20.000 espectadores, entonces ese número de personas era el que se hizo presente allí. No entraba un alma más detrás de los alambrados. Nadie del pueblo tripero se perdió la misa maradoniana que dio inicio a un nuevo ciclo de Maradona como entrenador, acompañado por Sebastián Méndez y Adrián González como ayudantes.
Otro factor que daba el parámetro de la fiesta que se celebró fue el de la prensa presente, más de 40 cámaras de televisión y 80 fotógrafos de medios de todo el mundo cubrieron la jornada desde el campo. Otros varios tuvieron que mezclarse con los hinchas en las plateas, es así que se veían cámaras fotográficas profesionales o redactores haciendo sus deberes en una butaca y con una laptop sobre sus piernas.
A las 14 en punto, ya con el cuerpo técnico y los jugadores en el campo, se hizo un breve silencio, esa calma que antecede al huracán. Diego puso un pie en el césped y desató la locura del público. Lluvia de papelitos por un lado, latas de humos con los colores del Lobo por el otro, fuegos artificiales en el cielo y miles de aplausos a unísono: así fue el recibimiento del campeón del mundo de 1986, que se subió a un carrito de golf para ser trasladado al círculo central debido a su dificultad para caminar por su operación de rodilla.
Una vez delante de sus nuevos dirigidos y ante la atención de los fanáticos, Maradona tomó el micrófono y se despachó con un emotivo discurso. Entre sus frases, agradeció a la gente por el cariño, se comprometió a trabajar para mejorar el presente del club, apuntó contra Estudiantes y hasta recordó a sus padres con emoción. El público aplaudió cada oración lanzada por su nuevo estratega y le hizo sentir su apoyo.
Si se tuviese que describir lo vivido esta tarde en Gimnasia en una palabra, esa sería: emoción. La gente se mostró excitada en cada momento, agitando sus brazos y flameando banderas como si se jugara un encuentro importante, entonando canciones con la garganta y el corazón y expectantes de lo que deparará este ciclo de Maradona como técnico del Lobo.
También Diego se mostró sensible, se quebró en llanto en cuatro oportunidades (en el vestuario al hablarle al capitán Lucas Licht, al mencionar a sus padres en el campo de juego, al recordar a Caniggia en conferencia de prensa y al recibir un regalo de la hermana de Cristina Fernández). Agradeció reiteradas veces la oportunidad que se le brindó de volver al fútbol argentino y sonrió a cada momento.
“Este nos va a salvar” o “Tuve la suerte de verlo jugar y ahora que dirija a mi equipo es un sueño”, fueron algunas de las declaraciones que pudo rescatar Infobae desde la platea.
Maradona no solo le devolvió la ilusión a un público que estaba desanimado, viendo como su equipo permanecía último en las tablas de posiciones y descenso y se encaminaba a la pérdida de categoría, sino que renovó sus propias fuerzas. A lo largo del entrenamiento no volvió a usar el carro para trasladarse, caminó por toda la cancha para saludar al público, le brindó testimonios a los periodistas y hasta asistió en algunos ejercicios con pelota a sus futbolistas para que estos practicaran definición.
Para ser más explícitos, Maradona fue operado, a sus 58 años, de su rodilla derecha hace menos de 45 días. Pasó de poner en duda su asunción como DT debido a que se encontraba en plena rehabilitación a hacerse presente dentro de un estadio, dirigir un entrenamiento y caminar a la par de su cuerpo técnico para consultarles decisiones tácticas. Algo, cuanto menos, impensado por los tiempos de recuperación.
Una vez finalizado el entrenamiento, todo el plantel se retiró bajo una lluvia de ovaciones. “El domingo, cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar”, fue el broche de la hinchada por lo que será el debut de Diego en el banco del Lobo ante Racing, el 15 de septiembre a las 11 de la mañana.
Rápidamente, Maradona se trasladó al Hotel Grand Brizo para brindar su primera conferencia de prensa con el buzo de Gimnasia. Allí se sentó junto al presidente de la institución Gabriel Pellegrino en una sala repleta de micrófonos. Más suelto, con lugar para bromas y anécdotas, se vio un Maradona cómplice con la prensa, lejos de aquel de su época como jugador.
Fiel a su estilo, Pelusa habló de todo, con los sentimientos a flor de piel: “Pensé en muchas cosas hermosas, en mis hijos, el corazón creía que se me iba a reventar. Cuando salía a la cancha me pasó lo mismo, ahí me frenó alguien de arriba”. Y hasta le tiró un guiño a Claudio Tapia, el presidente de la AFA, con el que tuvo algunas diferencias en el pasado.
A la salida, mientras dos camionetas ploteadas con la marca de una bebida energizante lo esperaban para llevarlo de nuevo a su casa de Bella Vista, las inmediaciones del hotel se llenaron de fanáticos del Lobo, que nuevamente le demostraron su cariño y aclamaron por su presencia.
La revolución maradoniana tuvo su primer capítulo en La Plata. Tanto Diego como la gente entrelazaron su felicidad y unificaron deseos: que al equipo le vaya lo mejor posible.
“Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida”, recita una canción interpretada por Mercedes Sosa. Diego está de vuelta en el fútbol argentino, aquel que lo vio nacer y de donde comenzó su leyenda. Y pese a que aún resta saber el final de este episodio de su vida, nadie le quitará a él ni a los hinchas la alegría de ver al Diez nuevamente en su casa.