Aquellos que se reían de los campesinos, hoy se comprueba que los que viven en comarcas o pueblitos alejados son los más felices

Vista general de la zona boscosa que se tiene que atravesar al cruzar la ruta nacional 34, a la altura de la ciudad de San Pedro de Jujuy, para llegar a los parajes Aguas Negras, Moralito, Las Trozadas, Ultramar, El Duraznal, donde existen pobladores que tienen sus "puestos", pequeñas fincas con todo lo que se pida para vivir. Además, de cero polución. Dicen que son los hábitat del futuro. (Foto: EL SOL ABC).

AGUAS NEGRAS, San Pedro, Jujuy (Especial para EL SOL ABC-Por Luis Mendoza). A unos 10 km de la ciudad de San Pedro, bordeando el lado noroeste de la ruta nacional 34, se ingresa a un tupido monte parte de las conformaciones floro-orogénicas de las Yungas, que nos lleva a cruzar lomas y cerros y nos pone en otro mundo, mucho más natural, mucho más benigno, mucho más feliz. Allí donde no existen pestes, y el coronavirus es fruto de la exageración de quien escribe esto.

Existe una serie de sendas hechas por exploradores, cazadores, pescadores, y por los mismos “puesteros”, como se los denomina a los lugareños que ocupan estas tierras desde hace añares y que a  la mayoría les corresponde la “posesión veinteñal”, como especifica la ley.

Lo interesante de estos “puestos” es que sus habitantes están lejos de toda esta vorágine de noticias, que al final enferman más y te hacen que te retuerzas mentalmente buscando a veces desesperadamente una salida. Unos lo hacen por el lado de los vicios: más cigarrillos, más alcohol, y el que puede, más comida.

El camino es largo, pero tranquilizador con el acompañamiento del sonido mismo del bosque, que se alimenta de grillos, pájaros, chicharras, u otros insectos que los hay por miles. A los que hay que sumar al movimiento de los árboles, que también tienen su silente sonido. Así, luego de caminar unas dos horas muy tranquilamente, haciendo sus respectivos descansos, llegamos a este paraje conocido como Aguas Negras, que le viene de las distintas crecientes del arroyo del mismo nombre que cruza este pequeño vallecito y que arrastra un lodo muy oscuro en épocas de grandes lluvias.

Allí nos saludamos con Patricio Romero, uno de los habitantes del lugar. El hombre, que nació en el lugar es el único habitante junto a un cuidador del puesto, ya que también tiene casa y esposa en la ciudad de San Pedro. “Con esto del coronavirus, vengo más seguido. Pero si le pregunta a mi casero, ni enterado está de los que pasa en San Pedro y menos en el mundo. Yo me fui de acá sólo por los estudios de mis hijos, que si no me quedaba para siempre. Ahora que cada uno ha hecho su vida, ya estoy pensando en volverme; y más por esta plaga que está pegando fuerte en todos lados”, nos dice Patricio, que además nos indica que no quiere fotos. “Es por si acaso, no quiero que vengan extraños a conocer esto, que es un paraíso. Acá tengo de todo para vivir bien: crío desde patos, gallinas, conejos, cabras y ovejas, y alguna que otra vaca, con la que tenemos leche para hacer quesos y yogures. En la huerta sembramos maíz, zapallos, ajo, cebolla, orégano, perejil, papa, lechuga, acelga, tomate y rabanitos. Todo lo que usted quiera, además de tener árboles de mandarinas, naranjas, duraznos, paltas, y nueces, también ponemos frutillas y sandías. Así que con los 6 perros, que son los que cuidan las cabras y ovejas, nos damos vuelta. Yo cada dos días voy al pueblo, porque mi mujer que no quiere venir a vivir definitivamente. Pero esto es algo único”, especifica el dueño del lugar.

Nos dice que su padre vino y se instaló muy joven con su madre. Y así tuvieron una familia de 6 hermanos. Siendo Patricio el cuarto hijo.

Y así hay otros puestos, que están en conflicto con la Provincia que los conminó a que se retiraran de estas tierras, que además tiene un arroyo que en otros tiempos sabía correr casi hacia el interior de la ciudad de San Pedro y que por sus constantes desbordes fue desviado su curso en la zona conocida como Las Pichanas a unos cinco km de la ciudad.

 

El futuro

De acuerdo a lo que expresan los sociólogos, el hombre por tanta calamidad va a asegurar su supervivencia volviendo a vivir en lugares alejados de las grandes urbes, donde la polución ya es infernal y donde se cruzan millones de personas dejando una estela de virus, parásitos, bacterias, que al final, sin importar género ni estatus social, todos enferman y enfermarán de cosas desconocidas. Así lo confirman enfermedades extrañas, que aparecen y matan y nadie sabe por qué ocurrió lo que ocurrió.

Esta pandemia está comenzando a revalorizar los espacios libres, sin tanto cemento y tanto material cancerígeno, que te muestran las grandes moles de cemento y hormigón, que son “como prisiones de lujo”. Donde tienen que vivir hacinados millones de personas, “porque las revistas o lo medios te ‘invitan’ a vivir ‘lujosamente’, cuando todo es una mentira para que gastes tus ahorros y engordes los bolsillos de sujetos a los que sólo les interesa los “negocios”.

Localidades perdidas como Cieneguillas, Abra Pampa, San Francisco, Santa Ana (Jujuy) o Cachi, Lesser, San Lorenzo, Campo Quijano, San Luis, etc., en Salta están tomando un valor inconmensurable por su buena vida y, por lo tanto, mejor salud.

Hay muchas cosas de esta vida occidental que nos metieron con  forceps como algo natural y que no tiene sentido: el hacinamiento. Por ello, esto de la pandemia viene bien para reflexionemos y pensemos qué es lo que mejor nos conviene.

El camino de ida, que es una subida bien empinada, con nuestra mascota como compañía. (Foto: EL SOL ABC).
Pequeño cauce de agua conocido como Aguas Negras. Todo impoluto, donde nadie más que la Naturaleza y algunos afortunados hombres son los dueños de este regalo. (Foto: EL SOL ABC).